
Actualmente se ha hecho muy famosa la astrología, la parapsicología y otros conocimientos pseudo-místicos provenientes de Oriente, de modo general creo que se debe al descreimiento en el que ha caído el Cristianismo en las zonas más desarrolladas de Occidente. Este virtual colapso de las creencias religiosas ha sido consecuente, y casi paralelo, de la preeminencia que la sociedad ha atribuido a la razón como elemento capaz de proveer de sentido a toda la vida del hombre. Pero sucedió que la razón no pudo cubrir el vacío dejado por el rechazo de la religión.
Entonces resurge la dimensión rechazada, pero esta vez retorna desde Oriente como una especie de aspecto psíquico sin el cual el hombre no puede vivir. En parte brota como formaciones delirantes sobre la omnipotencia humana y su poder mental y sobrenatural para obrar hechos prodigiosos, que esconde la incapacidad de asumir terribles frustraciones humanas como fueron las guerras mundiales entre otras; pero, por otro lado, como se dijo, es la reaparición de aquel aspecto humano fundamental que fue abolido.Retorna, pero de otro modo. No es el regreso de la religión Católica ni de otra en su lugar, sino que se trata de formaciones nuevas, que toman elementos desde muchas fuentes. El eclecticismo es característico de este pensamiento y es necesario tener presente que a cada creencia subyacen supuestos filosóficos diferentes, distintas posturas ante cuestiones fundamentales del hombre. Una de ellas es el pensamiento acerca del destino y la libertad.
La astrología es un “arte adivinatorio que estudia la influencia de los astros (según su posición y su aspecto) sobre los acontecimientos terrestres y el destino del hombre, y pronostica el futuro”, según el diccionario Salvat. Posee un fuerte determinismo implícito. Los hechos humanos son pensados desde la pre-determinación por parte de los astros. No se trata de una total abolición de la libertad, si así fuera, sería muy fácil refutar la astrología, pero no lo es tanto.
Se puede discutir cuánto pueden influir los astros sobre las personas. La luna influye sobre la marea, el clima y la situación geográfica influyen en el estado de ánimo de las personas; pero se trata de influencias, condicionamientos, no causa y efecto en sentido absoluto: el hombre presenta un nivel evolutivo considerablemente mayor que una marea. De todos modos, la intención de este escrito no es tratar la validez de estas suposiciones, sino lo que ellas implican, en la subjetividad de las personas. La identidad de una persona se ha ido configurando a lo largo de la historia de su vida mediante lo que ya poseía como herencia genética y lo que ha adquirido de su medio, así como también de la interrelación de estos dos elementos. Como la astrología no afecta la genética lo que debe analizarse es el segundo aspecto. La persona toma del medio elementos que pasan a funcionar dentro de la psiquis como representaciones mentales: un niño pequeño quiere ser grande y fuerte como su papá, entonces incorpora esta representación de su padre como ideal y así se va conformando su identidad. Es de esperar que una persona normal cuando sale de la adolescencia y se halla en condiciones para afrontar la vida adulta tenga una identidad más o menos íntegra: sabe quién es, que cosas vivió, hacia dónde quiere dirigir su vida, que creencias tiene, etc.Cuando la identidad de una persona es frágil, no está bien constituida, no sabe quién es, que quiere en su vida, esta persona va a buscar en el medio que la rodea elementos que le puedan servir para tapar los “agujeros” de su personalidad. Estos “baches psíquicos”, o déficits en la constitución subjetiva, muchas veces se ponen de manifiesto ante las frustraciones que toda persona tiene.La persona que recurre a la respuesta astrológica, muchas veces lo hace buscando un sentido para su vida, significado para sus sentimientos (quizás el punto más complejo de la situación) y el tan esperado “qué hacer en el futuro”, “cómo me va a ir”. Encasillando a las personas dentro de un signo del horóscopo, o prediciendo la vida de la manera que sea, se le da al sujeto aquellas representaciones mentales que le faltaban para constituir su identidad.Una persona madura difícilmente acuda a la astrología para que le diga qué hacer.
La astrología, de este modo, tiene una función de “parche” importante. “Aquí donde yo no sé quién soy, ella me dice que soy de Tauro, y que tengo tales emociones, capacidades, defectos, cómo me va a ir en el amor y en el trabajo, etc.”; todas aquellas cosas en las cuales yo tenía una gran libertad para decidir qué hacer y que sin embargo quedan en manos de este conocimiento.