Psicología de la transferencia

La serie televisiva “En Terapia” que se transmite actualmente por canal 7 (remake de una serie de años atrás) muestra claramente las estrategias terapéuticas de intervención de un psicoanalista. El personaje es actuado de modo excepcional por parte de Diego Peretti, que interpreta al analista Guillermo Montes a quién sus pacientes lo insultan, le rompen los adornos del consultorio, como también lo aman y se enamoran de él.

Figura 1: En sesión…

Este proceso por el cual los analizantes de Guillermo comienzan a sentir emociones muy intensas hacia su persona se denomina en Psicoanálisis “transferencia” y es la herramienta privilegiada que utiliza esta praxis psicoterapéutica para producir la cura. Freud explícitamente expresó que se trataba de transformar la neurosis personal del paciente en una neurosis de transferencia, o sea: con el psicoanalista; para de este modo trabajar sobre esa neurosis bajo el encuadre del consultorio que, como se aprecia en la pantalla, posee una mística particular.

Desde mi punto de vista, proceder de este modo con las problemáticas psicológicas no sólo resulta peligroso (puede traerse a colación el film: “Un método peligroso” que muestra a Carl G. Jung en tensión con Sigmund Freud) sino que, incluso, incorrecto. Un psicoanalista riguroso dirá que es imposible evitar el fenómeno transferencial, lo cual no es cierto, al menos en el sentido en que el Psicoanálisis lo piensa.

En un pequeño y brillante libro titulado Risoma (1977), Deleuze y Guatarí expresan en la introducción a la obra: “los analizados nos hastían demasiado”, refiriendo que hallaban una singular semejanza de pensamiento en numerosos pacientes que correspondían a los mismos analistas, la cual se debía a un efecto de sugestión (desde mi parecer, creo que se trata de algo más que sugestión).

Lo que sucede con la transferencia es un proceso que comienza con una atribución de poder que el analista construye sobre su persona y que el analizante acepta y dirige hacia él; dicho poder produce la idealización o denigración del analista por parte del paciente y, en tercer lugar, una reacción emocional del cerebro límbico a esta situación que adquiere la cualidad o expresión de amor u odio.

Atribución de Poder …  idealización … amor 

Atribución de Poder …  denigración … odio

Figura 2: Esquema simplificado que muestra cómo se produce la reacción transferencial en una terapia psicoanalítica.

Como puede verse, aquí el factor importante a considerar es el poder, por lo tanto, no es cierto que en todo proceso terapéutico la relación consultante-terapeuta pase por estos términos. En otros tipos de terapias se busca una relación más horizontal, simétrica, con el consultante que no implique ni la idealización ni la denigración de ninguna de las partes. Esto se realiza de modo activo por parte del terapeuta que se posiciona respecto del consultante como alguien que supervisa las teorías que el mismo individuo va realizando sobre su vida, terapeuta y paciente son coterapeutas del mismo caso y esto repercute claramente sobre lo que sucede con las reacciones emocionales. Si bien es ilusorio pensar que nada del poder se juga en el vínculo terapéutico, tampoco es cierto que el terapeuta no pueda producir una interacción más horizontal que la que produce el psicoanalista.

Figura 3: Sigmund Freud.

De todos modos, de lo que se trata no es de algo que sucede en el consultorio, sino de algo que tiene que ver con la espistemología de las teorías psicológicas. Como se sabe, Freud ha planteado una estructura jerárquica y patriarcal para su creación, el Psicoanálisis; mientras que otros terapeutas preferimos teorías que se basen en la cooperación simétrica y las interacciones interdependientes. El tema que estamos esbozando se denomina enla Epistemologíapsicoanalítica: “El sujeto supuesto saber”.

De alguna manera, la praxis psicoterapéutica que planteamos quienes operamos bajo la modalidad de las Psicoterapias Focalizadas Resolutivas es un trabajo de gran desapego al poder. No recurrimos a los fármacos, no institucionalizamos a las personas ni las encerramos en lugares de control, no les decimos que sabemos y que sus vidas se explican cómo dicen las teorías que aprendimos enla Universidad; todo lo contrario, para nosotros, el sujeto que realmente sabe y que tiene el posibilidad de tomar el poder en su vida es el consultante.

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