Existe un momento del desarrollo de nuestras sociedades (2013-2014 para Argentina) en el que, junto al crecimiento y desarrollo de nuestras vidas individual y social, comenzamos a ver y a experimentar la tensión social existente en aumento progresivo; es un extraño fenómeno que sucede para la mayoría de las personas.
Si este desenvolvimiento de nuestra sociedad ocurre, es comprensible que sean los individuos más frágiles de la sociedad quiénes reciban el mayor impacto de esta “tensión”, y en toda sociedad y en todas las épocas, los más débiles siempre han de ser los niños.
Esta situación ya la he mencionado numerosas veces, sin embargo, hoy quiero pedirte un instante tu atención sobre un aspecto global, que nos toca a todos de alguna manera, y que se refiere a la relación entre el consumo y este sacrificio de los niños.
“Yo consumo, tu consumes, todos consumimos”
El consumo no se limita a los “bienes y servicios” definidos como tales por la Economía, nosotros también consumimos drogas ilegales, consumimos delito, consumimos violaciones y asesinatos… pero lo que más consumimos son niños.
Creo que los contadores deberían empezar a registrar estos factores en los balances de las empresas. Porque allí está presente una fuerza oculta que mueve nuestra sociedad. Nos alimentamos de su sangre.
Entiendo que tal vez no te gusten mis ideas, pero dame una oportunidad más… hasta las “aplicaciones prácticas”, después me das tu opinión.
+ Mayor consumo.
+ Más aceleración.
+ Más activismo.
+ Más trabajo.
= menor interés en la protección de los niños.
Los humanos somos una especie que se nutre de alimentos y afectos, no somos mosquitos, nuestros niños no nacen y se desarrollan solos con tan sólo que algún NN les ponga comida en la boca… Pero… ¡estamos ocupados! Trabajando, industrializándonos, tecnologizándonos, delinquiendo… sea como sea, acelerando nuestras vidas en el hacer más y más. Y esto no es compatible con el sano desarrollo de los chicos.
¡Tranquilo o tranquila! Se que todo esto ya los sabés, lo que quiero contarte es lo que sucede después de nuestro innegociable estilo de vida.
“¿Los chicos van a tener problemas en el colegio?” No, eso ya pasó, fue la etapa anterior. Ahora viene la desconexión emocional, fria, silenciosa, mortífera, sin que nadie pueda medirla ni siquiera decirla. “¿La desconexión de los niños?” ¡Nooooo! ¡La nuestra!
“¿Y qué sucede cuando nos desconectamos emocionalmente?”
Todo comienza por sentir que vamos a enloquecer, pero eso sólo es el comienzo. La sociedad pierde el factor que la cohesiona, que la une, por lo tanto se comienza a disgregar. “¿Cómo?”
Aplicaciones prácticas
La insensibilidad emocional en el plano individual y colectivo (la sociedad) nos conduce a un estado de tristeza agotadora en la espera del bloque de hielo que parta por la mitad el Titanic y nos hunda en lo más profundo del océano. Nos debilitamos a tal extremo de esta manera que perdemos la capacidad de percibir el peligro, y esto va a suceder, necesariamente (sólo basta mirar un poquito la historia: a grandes excesos le suceden grandes tragedias). No es una metáfora, es real lo que te digo.
Por ello, quiero transmitirte algunos aspectos prácticos acerca del bloque de hielo que se avecina:
1. No podemos ver el peligro que se avecina ni el momento de ello, por lo tanto, es imprevisto.
2. Las mujeres y los niños suben primero a los botes de rescate… los poderosos, y los que dejan encerrados a otros para que se ahoguen también!
3. Siga los consejos de Jesucristo: “si no se hacen como niños no pueden entrar en el rescate”.
4. Cuidado con el consumo y la industria (¡no se distraiga en la fiesta!).
5. No se puede hacer nada para evitar el proceso. Va a ocurrir necesariamente.