Un niño por nacer

Acerca del rol de los mass media

Cuando estudiaba los mecanismos de comunicación de masas en la facultad, pude retener dos ideas cruciales para comprender su rol social:

1. Los medios siempre llegan tarde;

2. El discurso se halla invertido respecto a la realidad.

Movilizado por el debate actual acerca de la legalización del aborto, intenté ahondar en este asunto y proponer algunas líneas de análisis. Espero puedan ser de utilidad.

El debate

El debate contemporáneo respecto de la legislación del aborto podría plantear el retorno del arquetipo del sacrificio de los niños, como lo he tratado previamente; no obstante, prefiero observar hoy desde otro ángulo esta problemática.

El dilema «aborto-no aborto» es una incógnita mal presentada porque polariza la discusión en lo que sucede en el útero de una mujer, cuando el problema es más extensivo; como mínimo, correspondería interrogarse acerca del padre de este niño por nacer. Sucede que, por algún acto de magia desconocido, el padre ha desaparecido la mayoría de las veces o no quiere hacerse cargo de la situación. Por lo tanto, cada aborto requerido podría correlacionarse con una ausencia paterna; es un tema que podría formularse como motivo de investigación.

Detrás de muchos embarazos no deseados se hallan muchas violaciones, las cuáles también quedarán silenciadas y «solucionadas». Un alivio para muchos abusadores, pero sobretodo, para nuestra consciencia pública.

Queda un actor más en juego -junto al padre ausente, el violador y la consciencia colectiva-, él es el educador, que posee un rol relevante en este tema desde el momento en que muchos embarazos no deseados se producen por desconocimiento en materia sexual.

Por supuesto, el actor fundamental aquí es la mujer.

Hijo de una violación

Pero hay alguien más en esta ecuación: el niño por nacer. ¿Quién es este niño o qué puede decirse de él?

Una niña de 14 años queda embarazada en una situación muy confusa, sus padres viven horas de mucha angustia y el entorno social rápidamente genera la idea colectiva acerca de la promiscuidad de la joven. No sabemos lo que en realidad sucedió, sólo ella lo sabe pero ha decidido mantener el silencio para siempre.

La joven tiene un novio, él observa a la distancia -entre lágrimas y desconcierto- cómo se gesta ese niño que no es su hijo. Humillado, sabe que ella lo es aún más; sin embargo, salta fuera de su autorreferencia y comienza a pensar en ese niño de padre desconocido.

Él le elige un nombre y, con ello, decide adoptarlo. Planea una educación privilegiada para él, en la que tendrá acceso a la lecto-escritura cuando muy pocas personas en su ámbito la tienen; se imagina llevarlo a conocer su ciudad natal, puesto que, aunque dicen que su padre parece ser un soldado extranjero, él lo ha adoptado para su familia. Planea una visión revolucionaria para el niño y toda su generación. Cada día, a través de su crecimiento, él lo introduce en su trabajo y el significado de éste para un hombre. Él le pone por nombre ‘Jesús’, y ahora es su padre.

Aproximación psicológica

Desde una lectura psicológica, éste bien podría ser el orígen de Jesucristo, pero también el de un niño americano en la época de la conquista, o muchos otros niños contemporáneos. Lo destacable es la interpretación que José realiza sobre el niño por nacer que no es su hijo: misión, visión y valores proyectados sobre él, nada más salugénico que este significado de la vida.

Lo que pretendo decir es que un problema tan serio como el que se presenta en el debate político depende de la interpretación, y esta significación define lo que somos y lo que proyectamos ser, y es sobre la interpretación que debemos hacernos responsables. Tal vez no estamos pudiendo darle un significado que les permita proyectarse como hombres y como mujeres a todos nuestros niños, de los cuáles estos niños sacrificados son sólo un emergente.

Juan, tal vez un primo de Jesús, muchos años después de su muerte dijo: él es el Sentido de la vida, él que le pudo dar sentido a su existencia.

¡Justicia!

Pienso que el juicio de valor sobre las otras personas y la confrontación son los presupuestos basales de la violencia. Por lo tanto, si mi punto de vista fuera expuesto como un criterio de verdad estaría participando de una lucha de poderes de la que quiero ser ajeno. Ajeno porque deseo escuchar a la mujer que ha decidido por el aborto, y así como yo he hecho mi interpretación también ella ha realizado la suya y la respeto completamente. Creo que los seres humanos debemos expresar libremente nuestros pensamientos y sentimientos sin temor a que algún gran Otro nos juzgue.

Es momento de comenzar a «desactivar» la violencia social en la que estamos inmersos, aún cuando el otro nos parezca una alteridad radical, lo insoportable.

 

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