Desde la perspectiva junguiana es posible interpretar los acontecimientos de la vida de los seres humanos como acciones impulsadas por un propósito más allá de lo que el individuo comprende.
La «Sombra», un controvertido concepto de la Psicología Profunda, señala que el «Yo» de una persona -o grupo de personas- es asediado por un conjunto de pensamientos y sentimientos que no logra comprender cabalmente y que, cuál espíritu de ultratumba de una mitología perdida, busca poseerlo y habitar en él.
Tal vez pueda ilustrar esta compleja relación que se entreteje entre el Yo y la Sombra con lo que sucede en la homosexualidad: aquí el Yo de una mujer o un hombre siente y comprende este conjunto de ideas y emociones que arriban a su consciencia como si fuesen la presencia de algo ajeno que invade y termina tomando y modificando la personalidad. Desde el análisis que aquí planteo, esto sucede porque tiene una función que cumplir, una clase de «finalidad»; con ello quiero decir que la homosexualidad como Sombra llega al Yo para hacerlo cumplir una especie de «misión», no es un fenómeno que sucede aleatoriamente sino, por el contrario, posee una intencionalidad. El problema radica en que dicha intencionalidad no corresponde al Yo sino al Inconsciente Colectivo -otro concepto aún más controvertido.
Comprendo que estas ideas no son sencillas de asimilar, pero confío en que el ejemplo las podrá ilustrar.
La emergencia de la homosexualidad como fenómeno social masivo y aceptado, que llega a la legislación del matrimonio igualitario con las consecuentes atribuciones de derechos, permite sacar a la luz un lado rechazado de la sociedad, pero ese lado repudiado implicaba a cientos de miles de personas. El hombre descubre que eso «horroroso» que ve en el gay es parte de todo hombre y de la masculinidad, lo mismo la mujer con la lesbiana. El varón observa atónito que un hombre puede ser sensible, tener gusto por la estética y las artes o nada de ello y la virilidad no depender de roles socialmente construidos. Como consecuencia de este fenómeno se produce una modificación de la imagen de hombre y de mujer que era absolutamente necesario para la evolución de la sociedad y la detención de la peligrosa cadena de asociaciones: discriminación-estigmatización-eliminación.
Una vez la Sombra ha cumplido su función, el Yo queda libre para tomar la decisión que desee, pudiendo llevar un comportamiento homosexual en adelante o no, ello es indistinto para el proceso que busca realizar el Inconsciente Colectivo; el problema radica cuando el individuo y su entorno no comprenden que esto ha tenido un sentido, en este caso el Yo queda poseído por la Sombra y atrapado en ella, sin poder entender el propósito.
Para ahondar en el tema de la Sombra, quiero mencionar otro fenómeno que adquiere hoy la fuerza de la Sombra en nuestra sociedad y busca su comprensión profunda: el feminismo.
Con la bandera del aborto en mano, el feminismo porta la imagen de lo repudiado y rechazado por el sector social más conservador. Si tomamos a este sector como un modelo del Yo, el feminismo es un «espíritu» que viene a arrojarle un sentido que debe comprender para poder crecer; nuevamente, el problema aquí radica en el juicio de valor que se realiza y que «demoniza» el fenómeno por medio del preconcepto que obtura, impide, la comprensión empática.
Con tantos niñas y niños abusados, asesinados -asociado a un contexto general de ausencia paterna-, es totalmente lógico que las mujeres -cuidadoras naturales desde la perspectiva biológica- se empoderen y cobren sobre sí el ímpetu de la Sombra para mostrar la crueldad del patriarcado, no el de ellas, sino el del sector «consciente» de la sociedad. El intento por legalizar el aborto no es más que un espejo invertido del yo de muchos hipócritas que han ocultado y rechazado lo que ellos mismos han realizado incontables veces para ocultar sus actos.
Con este planteo no pretendo argumentar a favor del aborto, todo lo contrario, estoy en contra de la legalización del mismo, pero mi función como psicólogo -y como ser humano- no es decir lo que se debe hacer sino mostrar estas realidades profundas. De esta manera pretendo ayudar a integrar sectores sociales que se abren en confrontación y la división es perjudicial para todos.
El gráfico muestra una hipótesis de trabajo en la que la Sombra, como concepto cualitativo, se desplaza desde un fenómeno social a otro, lo cual puede constatarse cuantitativamente midiendo los números de casos relevantes a través de una metodología de análisis apropiada. Es una hipótesis, no una conclusión, un punto de partida de investigación no de llegada para ilustrar los temas tratados.
Si bien el gráfico dice «número de casos», puede estudiarse como percepción de relevancia social que los medios de comunicación le dan a la temática o, «agenda mediática». También: «número de casos significativos reseñados por los medios masivos de comunicación», entre otras opciones de análisis.