En la Psicología Junguiana existen dos conceptos opuestos y complementarios que indican atributos culturales masculinos y femeninos, respectivamente son Ánimus y Ánima; ambos se refieren al «alma» humana pero, con la intención de diferenciar una cualidad y otra, Carl G. Jung los llamó de esta manera.
Observo en el discurso que transmiten los medios una visión de nuestra realidad argentina como «inestable emocionalmente», «sin identidad», sin «proyecto de país» claramente definido, inclusive pareciera que selección argentina de fútbol porta estas cualidades. Además, nos decimos a nosotros mismos que somos un país inmaduro, adolescente, que nos faltan «guerras». Desde la mirada exterior, somos subdesarrollados o, en el mejor de los diagnósticos económicos: emergentes.
El Inconsciente Colectivo de Argentina
No me simpatizan los juicios de valor, sinceramente, creo que estas opiniones que los mismos argentinos ratificamos, están un tanto desajustadas. Al considerar los conceptos anteriores, se torna claro que Argentina es una sociedad (permítanme la generalización) donde se destacan las cualidades del Ánima femenina, aspecto puesto de manifiesto claramente en la actualidad con el debate sobre la ley del aborto, que se despliega casi exclusivamente en el escenario público de las mujeres. Estos elementos, desde la Psicología Profunda, resultan emergentes de una situación colectiva e inconsciente: Argentina es Ánima. Y los hombres, que oscilamos desde las violencias hacia la ausencia en la participación social constructiva y cooperativa, tenemos mucho que ver en esto.
Hace algunos años trabajé en un barrio periférico de la ciudad, allí pude constatar una realidad que se torna día a día extensiva en nuestro territorio: las personas que, de modo casi exclusivo, participan en la vida social, son las mujeres. Con esta afirmación quiero decir:
- en la copa de leche con los niños;
- atendiendo a los ancianos en los comedores públicos;
- participando en Cáritas o en las iglesias;
- en las escuelas;
- en los hogares al frente de las familias.
Siempre son ellas, las mujeres. Si busco a los hombres, después de cierta edad, es difícil encontrarlos, porque están muertos o en la cárcel, excepto aquellos que tienen un trabajo y prácticamente se esconden del entorno. Un porcentaje destacado de varones están ligados al delito, pero son mayormente adolescentes y jóvenes.
Pero ésta, no es una realidad periférica, sólo la menciono a título de ejemplo; toda nuestra sociedad padece de una ausencia de hombres y de padres que tengamos claro el enfoque de nuestras vidas y de nuestros hogares. Por este motivo, considero que los juicios de valor patriarcales que se realizan sobre nuestro país no comprenden profundamente nuestra sociedad. Argentina es Ánima, por ello la Psicología (una disciplina fuertemente marcada por las cualidades femeninas -cabe destacar que Freud construye su Psicoanálisis escuchando a mujeres que sufrían en una sociedad en extremo machista) ha encontrado aquí su polo mundial.
¿Y esto cómo se explica?
Una vez más, al observar los símbolos sociales, modos en los que la afectividad colectiva subyacente de la nación se expresa… Argentina produce mucho talento, posee mucha creatividad y ha sido receptiva (otro rasgo Ánima) a muy diversas culturas que se han radicado aquí. Buenos Aires, como capital nacional, es claramente un crisol de razas y de pueblos. Tal vez el problema radica en los criterios con los que juzgamos; quizás sea más apropiado dejar de utilizar «diagnósticos políticos y económicos» y comenzar a comprender cómo es una sociedad, cómo se expresa, que muestra en sus diversas manifestaciones.
Tal vez somos un referente en Latinoamérica, quizás el mundo debate sobre esta parte del continente y su futuro…