Steve Jobs: básico y letal

A menudo observamos personalidades que con un limitado desarrollo académico o intelectual han alcanzado logros empresariales destacados. Bill Gates abandonó la universidad (Harvard) para emprender en el mundo de los negocios, y lo mismo hizo Jobs. ¿Cómo pudieron? ¿Por qué no necesitaron el dominio racional-académico para desplegar su potencial?

El caso de Steve Jobs es significativo puesto que sus permanentes ayunos anoréxicos, sus dietas de sueño y el consumo de LCD entre otras substancias psicoactivas, parecen llevarlo inconscientemente hacia un funcionamiento regresivo y primitivo del Sistema Nervioso Central, donde se destaca la desestructuración de los mecanismos racionales y corticales del Yo. A través de este violento proceso que el joven Steve realiza sobre su propia psiquis, comienza a favorecer los mecanismos psicológicos de la intuición, cualidad destacada en los niños pero menospreciada por la educación sistemática.

La educación funciona filosóficamente, a priori, haciendo diagnósticos y previendo cómo debe comportarse la realidad; la intuición funciona de modo contrario, por ensayo y error, realizando reflexiones a posteriori sobre la experiencia (método que antiguamente empleaba la Medicina).

Erróneamente planteamos que la intuición es inútil porque no responde a un proceso lógico, sin embargo, es un error pensar que ella no posee un proceso de desarrollo claro, sólo que mientras la razón occidental ha sido entrenada para responder a las exigencias de la autoridad y el status quo, la intuición sólo responde a las necesidades internas y, en consecuencia, conecta directamente con el inconsciente personal y colectivo que atraviesa toda la cultura.

La “autoridad intelectual occidental” (filósofos griegos y teólogos católicos) han pensado que lo “básico” de nuestro ser animal era pueril y contaminado por el pecado, que lo elevado son las cualidades intelectuales.

“Lo qué debo hacer” versus “lo que percibo y me inquieta dentro de mí”. Éste es el dilema que a edad muy temprana pudo comprender y resolver Steve Jobs. Le inquietó la mística hindú y se dirigió enérgicamente hacia allí hasta llegar literalmente a India; le inquietaron los circuitos electrónicos y, sin darse cuenta plenamente, percibió que se hallaba en medio de una revolución tecnológica naciente… ¡básico y letal! ¿Pero qué hubiese sucedido si hubiese continuado la universidad, recibirse, etc.? Sin dudas Apple no existiría. O él sería Steve Wozniak, que consideraba más importante ser el último ingeniero eléctrico de HP que embarcarse con su amigo en la creación de esta empresa.

Éste es el momento es en que me cruzo con un filósofo que me dice: “¡no podés decirle a la gente que haga lo que le gusta!”

¡No, no, no! No es lo que le gusta, es¡lo que le duele! ¿Tan difícil es de comprender? Por ello no hay crecimiento de largo plazo por el lado del confort. Nunca Jobs fue por ese camino, siempre por la inquietud. Pero me olvidaba que somos latinos, que tanto nos gusta reposar sobre los brazos de nuestra madre la Virgen de Guadalupe…

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