En el país en el que vivo y en la región en la que me encuentro, año a año, mes a mes, semana a semana, la violencia hacia la mujer se incrementa a niveles jamás pensados; pero no sólo ello, el tipo de crímenes se torna cada día más irracional y difícil de comprender para la sociedad.
Opciones resolutivas
He escrito muchas veces sobre este tema, en intentos diagnósticos desde la perspectiva psicológica. En este breve ensayo quisiera comenzar a esbozar posibilidades de acción que sean resolutivas.
Existen diversos modos de pensar este tema, pero permitime hacer un planteo en extremo sencillo.
Los comienzos del siglo XXI presentan innovaciones culturales de la más diversa índole; quisiera mostrarte algo al respecto: un grupo muy reducido de hombres -entre los que me incluyo- buscamos tener una relación exclusiva y directa con nuestros hijos, esto es: sin intermediación de las madres de los niños. Quizás me preguntes: ‘¿Cuál es la relación entre la violencia hacia la mujer y la paternidad directa?’
Un grupo de padres muy reducido
Los varones jóvenes poseen una fuerza y energía inherentes que no saben ni pueden controlar, pero la generación de precedente de padres no tiene mayormente interés en educarlos, por lo que permanecen «desamparados psicológicamente».
En primer lugar los padres marginados del ideal social de familia somos los que tomamos conciencia de esta situación de los niños y los jóvenes; paradójicamente, el cambio resolutivo comienza por la «marginalidad» social.
Tarde o temprano, los papás vamos a darnos cuenta que el Estado no va a proteger a nuestros hijos, ni el de izquierda ni el de derecha; las ONG no se van a ocupar de ellos, pues no podrán evitar ser absorbidas por el poder. Ninguna institución va a realizar este trabajo y deberemos salir nosotros a realizar esta tarea tan básica y fundamental para la sociedad humana y que hemos olvidado detrás de las máscaras de nuestro Ego.
Sé de lo que hablo. Sé lo que significa «estar salvando el mundo» mientras tu esposa y tu hijo tienen un arma apuntándoles a la cabeza.
El peligro que afrontan las mujeres y los niños no se limita a un acto delictivo, es mucho más profundo, es sutil, ideológico, inyecta veneno en las frágiles psiquis de nuestros niños sin que nosotros nos demos cuenta.
Una hipótesis para actuar
No pretendo ahondar en el diagnóstico, sino en la toma de consciencia, en la necesidad que tenemos los padres-hombres de comenzar a agruparnos, a asociarnos en la defensa de lo que valoramos. Por lo tanto, ésta es a mi juicio la primera acción resolutiva para la violencia:
Los hombres comienzan a agruparse en defensa de las mujeres y los niños.
Pd: no es tan sencillo, implica dejar un poquito de lado el partido de fútbol y la peña, valoraciones extrañas que se han convertido en «religiones» del Ego del varón adulto.
Como explicaría una relación exclusiva con los hijos sin intervención de la madre?
Estimada/o:
Muchas gracias por tu comentario. Éste es un tema que investigo hace muchos años, el de la psicología del hombre y de la paternidad. Te invito a leer en mayor profundidad la página, dónde seguramente encontrarás una respuesta a tu pregunta.
Un cordial saludo.
ME