Mientras esperaba la luz verde en el semáforo, en el caluroso atardecer santafesino, pude ver una escena instantánea de dos símbolos opuestos y, quizás, complementarios: los chicos que pedían en el semáforo y que contaban el dinero para comprar una cerveza, por otro lado, el «plumerero de Santa Fe» (*) que volvía caminando por la vereda.
¿A quién elijo?
Hice un cálculo rápido y tomé consciencia que seguramente estos jóvenes (cuyas edades rondan los 20 años) ganan más dinero diario que este hombre. Me pregunté:
¿El plumerero equivocó el trabajo?
Si yo tuviera que elegir uno de estos trabajos…
¿Cuál elegiría?
Parece un poco injusto, tanto esfuerzo y kilómetros diarios dejan como resultado una pezca muy pobre al avecinarse la tercera edad.
Dos espíritus en lucha
No es el Yin y el Yang, estos opuestos no son complementarios porque tienen un desequilibrio implícito entre ellos.
El plumerero no lo sabe, pero en ese mismo momento él estaba encarnando un arquetipo del Inconsciente Colectivo, y esto posee muchísima fuerza intrínseca.
El espíritu de este tiempo, la mentalidad de nuestra época, puede hacernos creer que el esfuerzo acumulado de tantos años no vale nada.
Contra el pensamiento de la mayoría, existe otro espíritu, el espíritu de la profundidad, que responde a otros criterios, donde patrones ancestrales se vuelven a hacer presentes, vivos, en la experiencia de personas que «sintonizan» con ellos.
Hace dos mil años otro hombre volvía de una extensa y frustrada jornada de trabajo, sin nada que aprovechar, sólo vacío en sus manos. Pero en ese momento, aquel hombre vivencia una presencia que lo cambia para siempre y que lo transporta directamente a otra realidad. Esa presencia es sólo una voz que llega a sus oídos desde lejos. Esa voz le dice:
Vuelve a buscar en las profundidades.
En aquel entonces fue una expresión literal, porque aquel hombre era pescador y al alba la voz le dijo que vuelva al mar a pescar pero a mayor profundidad. Pero esas palabras y esa voz no fueron sólo literales sino que quedaron ancladas en el Inconsciente Colectivo y llegan hasta el plumerero de la ciudad.
Me pregunto qué podrían significar éstas palabras para él.
El espíritu de la profundidad (Carl G. Jung) es atacado por aquellos jóvenes seducidos por placeres inmediatos, sin consciencia de que ellos mismos hace 500 son poseídos por un arquetipo de destrucción cuyo lema dice:
Espejitos de colores por oro.
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(*) Un hombre de aproximadamente 60 años que hace muchísimos años vende plumeros «casa por casa».