¿Cómo hace una persona para tomar decisiones si son muchos los factores de los que depende su opción? ¿Cómo ser creativo cuando no se nos ocurre nada? O, por el contrario, ¿cómo retener las ideas cuando éstas llegan como una marea de burbujas que rápidamente se deshacen?
Quiero proponerte una metodología que es antiquísima, del año 1500 de nuestra era aproximadamente. El proceso es muy sencillo y su creador sugirió hacerlo en la noche, antes de descansar, aunque puede implementarse en cualquier momento del día.
Esta metodología se orienta mayormente al plano económico, aunque puede aplicarse a cualquier ámbito de toma de decisiones.
Cuantitativo y cualitativo
A la hora de tomar decisiones, o en nuestra vida cotidiana, suelen surgir muchas ideas, intuiciones, sensaciones acerca de las diferentes opciones que tenemos. Toda decisión humana surge de un proceso mental, subjetivo; aún cuando se trate de una persona que trabaja con estadísticas, la toma de decisiones será subjetiva. Este tema sugiere una primera observación: de los múltiples factores cualitativos que entran en juego a la hora de tomar una decisión, las personas que cargan con responsabilidad en su vida, no tienen una herramienta adecuada para poder registrar estos aspectos subjetivos por lo que la decisión que se toma pierde mucha racionalidad. Que un fenómeno sea «subjetivo» no significa que sea irracional.
El contador de una empresa decide que, debido a la inflación proyectada para el período siguiente, debe invertirse el capital excedente para que no se devalúe. Excepto que el contador sea adivino, no sabe qué sucederá el próximo período, él posee una «expectativa» en ese sentido, por lo tanto su decisión es subjetiva, aunque no irracional.
De modo que necesitamos una herramienta para poder tener consciencia de estos factores determinantes del juicio humano y, a su vez, poder analizar nuestros errores. A esto se le llama análisis del sistema de toma de decisiones.
Cuaderno de Registro
Para realizar nuestro análisis del Sistema de Toma de Decisiones (STD) podemos emplear una estrategia muy antigua, creada por San Ignacio de Loyola, que consiste en registrar por escrito -en un cuaderno, una agenda o un block de notas del celular- pensamientos o ideas que nos surgen durante el día, emociones o intuiciones que tenemos acerca de un tema o la observación de nuestro propio comportamiento en situaciones reales o eventos que se nos presentan. Luego de registrar nuestras impresiones «subjetivas», podemos realizar una evaluación de las mismas (¿es una idea positiva o negativa?) y, por último, dejamos una última columna de esta pequeña tabla para el STD.
Esta última entrada que realizamos es la más importante, allí registraremos acciones concretas a tomar respecto del ítem en análisis; sin este apartado todo el análisis permanece en la especulación, por el contrario, plantearnos un comportamiento determinado nos permite en el futuro analizar los resultados obtenidos o no alcanzados.