Sólo hay una pandemia en el mundo: la debilidad de carácter de los hombres
A través de una serie de ensayos, la historia «Aren en el mundo de la corona de hierro» muestra la lucha de unos pocos hombres y mujeres por recuperar el espíritu humano en un contexto de violencia, ideología y mediocridad.
Luego de una catástrofe natural, los hombres y mujeres de un mundo de ficción y símbolos salen en búsqueda de la causa del mal, en medio de los grises pobladores dormidos en la naturalidad de los acontecimientos, aquellos que no pueden preguntar ni poseer consciencia de las razones profundas que se esconden detrás de las vidas controladas por los poderes de su mundo conocido.
Desde el adormecimiento hasta el despertar, el relato atraviesa diferentes estadíos psicológicos del mundo interno y externo, en los que se destaca la búsqueda e identificación de patrones por parte del ser humano a lo largo de su evolución, como cualidad abosoluamente necesaria para su supervivencia entre las especies.
Un interrogante acerca del mal contemporáneo conducirá a los protagonistas imaginarios del texto junto a sus compañeros lectores hacia el hallazgo de una aterradora verdad oculta en los mismos orígenes de la especie.
Causalidad o azar, descubrimiento o creación, libertad o dependencia; en última instancia: consciencia o inconsciencia.
Lo sé, la paternidad no está de moda. Sin embargo, pasarán años, decenios, siglos y milenios… y la paternidad seguirá siendo un elemento fundamental de la civilización.
Con esta introducción doy inicio a la sección que titula esta nota; los temas que allí te presentaré no pueden padecer de un enfoque superficial, como estoy acostumbrado a ver en nuestra mediocre Latinoamérica. No me interesa discutir si los papás deben ser afectuosos y cambiar pañales o ir a trabajar y dejar a los niños al cuidado de las madres, planteos ridículos y sin sentido.
Lo que te planteo, a través del libro de Aren y los referidos a la paternidad, es el siguiente interrogante:
¿Es la presencia del padre determinante en toda sociedad humana?
«Si o no», «1 o 0». Única respuesta y sin ambigüedades.
Mi agente de marketing podría preguntarme:
«¿A quién va a interesarle hoy en día un libro sobre la paternidad? ¿No te resultaría más beneficioso escribir sobre temas de moda?»
Cuando sos un psicólogo junguiano y un científico, la «moda» no es tu criterio de toma de decisiones. Por otra parte, existen dos personas a quienes va a interesarle este problema:
Quienes tienen «un crater en el alma» por la ausencia o violencia de su padre.
Aquellos que saben que no pueden desarrollar todo su potencial sin un padre que apoye la mano en sus hombros diciendo: «Éste es mi hijo/a».
M.E.
Presentación del libro «Aren. El padre en busca de su Ánima»
Una «niña» inmadura, sin experiencia de vida, se sienta en el parque o en la playa cruzada de piernas y te enseña, por una red social, «a respirar». ¿Acaso no sabés respirar? Por si ello no basta, une sus dedos pulgar con mayor y, con rostro de inspiración, ahora te dice que «sos uno con el universo» y que «todo lo que desees lo atraerás». ¿Acaso sos imbécil para que te hablen de esta manera y te quieran vender esta basura?
Meditación inócua
A un monje budista -como de cualquier religión- le lleva años de entrenamiento mental y espiritual dominar su psiquis y su espíritu, años de trabajo físico, horas y horas de práctica de Kung fu, ascetismo absoluto, rechazo total de la sensualidad -presta atención a esto último, por favor-; pero estos niños «maravillosos y espléndidos» han demostrado que todo ello es inútil; parece que los monjes deberían dejar el monasterio y tomar clases con sahumerios en algún centro de meditación y, si por alguna razón no obtienen resultados mágicos e inmediatos, tal vez deberían comenzar a fumar marihuana y listo.
Trabajo interior
Horas y horas, días y días, años y años de entrenamiento de la mente es lo que produce la meditación. Por otra parte, aquello a lo que conduce la meditación es todo lo contrario a «atraer riquezas», «pareja», «felicidad», puesto que, como te mencioné, el camino es por el rechazo de la sensualidad. En pocas palabras, quizás esto no es para tí.
Escribo a «otro tú», quizás alguien saturado de tanta basura pseudo-espiritual y que realmente desea hacer un trabajo interior no teniendo la vida monástica por estilo de vida. Es posible, aunque dudo que exista mucha gente interesada en esto.
Disciplina
De modo similar a un deporte, el entrenamiento interno que conduce a la meditación requiere disciplina y práctica diaria durante mucho tiempo. De modo similar a un deporte, existen diferentes «prácticas» según los rasgos de los individuos y resulta difícil situar cuál es apropiada para cada persona.
Una técnica sencilla y muy interesante para la vida occidental es la que propone Julia Cameron en su magnífico libro «El camino del artista», cuya lectura recomiendo con frecuencia. La autora propone un ejercicio muy simple: todas las mañanas, al levantarse, escribir tres páginas libres de puño y letra en un cuaderno. Sólo eso, nada más que ello.
De todas las personas a las que les he sugerido esta meditación inicial, ¿cuántas de ellas crees que las han continuado? Quiero decir: «¡Basta de mentiras! Ésto no es para tí! Simplemente, dedícate a otra cosa.» El mundo espiritual poco tiene que ver con mirarte al espejo y decirte que sos maravilloso/a porque ello «aumentará tu autoestima».
Por un momento, presta atención a la imagen del monje: su cabello está rapado, su ropa es siempre la misma y se ha retirado de cualquier estímulo sensual de la vida ordinaria. Lo que hace la niña que te grafico no es espiritual, no es algo en realidad, sólo un simulacro. Te repito: esto no es para tí.
Un solo factor es suficiente para analizar cuál es el estado de una sociedad, de una comunidad o, incluso, de una familia. Éste es el padre y determina un encadenamiento de eventos futuros o de elementos significantes sucesivos.
El lugar del padre es accesible de modo directo en la Biblia, sin embargo, es una referencia de la literatura griega la que menciono en este texto. Todavía aún más llamativo es que autores como Sigmund Freud y Jacques Lacan (ateos) hayan dado un lugar primordial en su teoría al lugar de la función paterna en la psiquis humana.
No es necesario ahondar en este tema. Sólo puntuar que existen colectivos humanos que cíclicamente olvidan este hecho evidente; precisamente en el momento previo a su autodestrucción. No obstante ello, podemos ver otras comunidades que no lo olvidan en sus momentos más críticos, los cuales determinan quiénes son hoy. Pienso en Winston Churchill, quién condujo a Inglaterra en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Seguramente hay muchos nombres más apropiados que encontraras en tu propia experiencia, pero más alláde nombres e historias, la psicología profunda, la matemática y la informática comienzan a encontrar un «camino» en común:
El padre es el 1.
Un Rey, un Líder, un Padre. La presencia del 1 en la naturaleza y la cultura.
El nacimiento de un niño transforma a un hombre en padre y el destino de ambos permanecerá marcado para siempre. La presencia del padre signará el camino de este niño en su desarrollo físico, psicológico y espiritual. Por otra parte, su ausencia lo pondrá en riesgo.
El 25 de diciembre es seguido por el 28, que en la cultura católica simboliza el día de la matanza de los niños inocentes por parte del rey Herodes, en tiempos de Jesús. Del mismo modo que el rey Layo, en la tragedia Edipo Rey, esta figura paterna intentará matar a su hijo.
El símbolo de la Navidad es precisamente esta vinculación entre un aspecto de luz y un aspecto sombrío: la paternidad afectivamente próxima que preserva al niño y, la tiranía del poder que intentará matarlo. José y Herodes: un simple papá que hace una lectura apropiada del contexto, y un exitoso líder que sabe que un niño puede derruir su poder.
Padre y tirano, José y Herodes, luz y sombra del símbolo de la paternidad; no nos remiten exclusivamente a un suceso de hace 2000 años. En el día de hoy, numerosos hombres mirarán hacia el futuro considerando cómo proteger a sus niños, analizando en profundidad qué tan próximo se encuentra el momento presente con aquel de José, el constructor; dependerá de la sabiduría de estos padres determinar la sincronicidad o no con aquel acontecimiento. Pero habrá otros padres, cuyos ojos mirarán otro futuro, el de su prosperidad personal en tiempos de crisis, para éstos, su niño será una amenaza.
La crudeza del símbolo es precisamente esto: luz y sombra. La diferencia de tensión (+ y -) nos permite evaluar el momento.
<<Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total>>. Malaquías 4:6.