Una «niña» inmadura, sin experiencia de vida, se sienta en el parque o en la playa cruzada de piernas y te enseña, por una red social, «a respirar». ¿Acaso no sabés respirar? Por si ello no basta, une sus dedos pulgar con mayor y, con rostro de inspiración, ahora te dice que «sos uno con el universo» y que «todo lo que desees lo atraerás». ¿Acaso sos imbécil para que te hablen de esta manera y te quieran vender esta basura?

A un monje budista -como de cualquier religión- le lleva años de entrenamiento mental y espiritual dominar su psiquis y su espíritu, años de trabajo físico, horas y horas de práctica de Kung fu, ascetismo absoluto, rechazo total de la sensualidad -presta atención a esto último, por favor-; pero estos niños «maravillosos y espléndidos» han demostrado que todo ello es inútil; parece que los monjes deberían dejar el monasterio y tomar clases con sahumerios en algún centro de meditación y, si por alguna razón no obtienen resultados mágicos e inmediatos, tal vez deberían comenzar a fumar marihuana y listo.
Trabajo interior
Horas y horas, días y días, años y años de entrenamiento de la mente es lo que produce la meditación. Por otra parte, aquello a lo que conduce la meditación es todo lo contrario a «atraer riquezas», «pareja», «felicidad», puesto que, como te mencioné, el camino es por el rechazo de la sensualidad. En pocas palabras, quizás esto no es para tí.
Escribo a «otro tú», quizás alguien saturado de tanta basura pseudo-espiritual y que realmente desea hacer un trabajo interior no teniendo la vida monástica por estilo de vida. Es posible, aunque dudo que exista mucha gente interesada en esto.
Disciplina
De modo similar a un deporte, el entrenamiento interno que conduce a la meditación requiere disciplina y práctica diaria durante mucho tiempo. De modo similar a un deporte, existen diferentes «prácticas» según los rasgos de los individuos y resulta difícil situar cuál es apropiada para cada persona.
Una técnica sencilla y muy interesante para la vida occidental es la que propone Julia Cameron en su magnífico libro «El camino del artista», cuya lectura recomiendo con frecuencia. La autora propone un ejercicio muy simple: todas las mañanas, al levantarse, escribir tres páginas libres de puño y letra en un cuaderno. Sólo eso, nada más que ello.
De todas las personas a las que les he sugerido esta meditación inicial, ¿cuántas de ellas crees que las han continuado? Quiero decir: «¡Basta de mentiras! Ésto no es para tí! Simplemente, dedícate a otra cosa.» El mundo espiritual poco tiene que ver con mirarte al espejo y decirte que sos maravilloso/a porque ello «aumentará tu autoestima».
Por un momento, presta atención a la imagen del monje: su cabello está rapado, su ropa es siempre la misma y se ha retirado de cualquier estímulo sensual de la vida ordinaria. Lo que hace la niña que te grafico no es espiritual, no es algo en realidad, sólo un simulacro. Te repito: esto no es para tí.
