Un momento para reencontrar el «eje» (no-hacer)

Quizás no sucedió nada terrible, tal vez todo parece normal, pero dentro nuestro tenemos esa sensación de que nos falta algo, que no estamos centrados en quiénes nosotros realmente somos o como deseamos ser, nos hemos salido de nuestro «eje».

En esta reflexión te propongo una experiencia sencilla para hacer contacto con tu alma, con el centro de vos misma o de vos mismo. Veamos.

Síntomas en apariencia inexplicables

Hace algunos años los psicólogos nos vimos sorprendidos en nuestros consultorios por una serie de consultas que no respondían a una patología clara ni tenían síntomas bien definidos, sino que en su lugar la persona experimentaba un difuso malestar que no sabía de dónde provenía ni tampoco qué hacer ante esa situación. En algunos casos el sufrimiento psíquico llegaba a ser tan intenso que fue descripto como «una sensación de vacío aquí en el pecho», o en la zona abdominal.

La mayoría de los psicólogos clínicos plantearon que se trataba de nuevas formas de los llamados «Trastornos de Ansiedad Generalizada»; no obstante, otros preferimos comenzar a emplear la noción de «patologías del vacío». Si bien esta última expresión suena un poco fuerte, el tiempo fue mostrando un fenómeno muy propio de nuestra época en la que la soledad, la pérdida de sentido y el miedo a lo desconocido se entrelazaban para conformar ciertamente una sensación de vacío.

Actualmente, de ser algo esporádico y en algunos individuos, esta sensación pasó a convertirse en una experiencia común a la mayoría de las personas jóvenes y adultas.

Relajación

Los síntomas de ansiedad suelen responder muy bien cuando aplicamos una técnica de relajación o de meditación; en estos casos se trata de acciones muy efectivas con las que podemos luchar contra la ansiedad. Sin embargo, lo que funciona para la ansiedad produce el resultado opuesto en la patología del vacío acrecentando aún más la inquietud vivenciada.

Bicicleta, mate y un libro

Los curadores tenemos dos maneras a través de las que intentamos ayudar a las personas que sufren. En la primera de ellas, buscamos «empujar» al individuo hacia el estado de salud que buscamos. Un ejemplo de esto son las herramientas de relajación que mencioné en las que creamos mentalmente el estado de relajación que se necesita para poseer bienestar. Esto representa la acción ideal. Pero en otras ocasiones no tenemos tanta suerte y debemos actuar por la segunda forma.

Si padecemos una extraña sensación de vacío… pues bien, «¡vayamos en esa dirección!» Generemos el vacío como experiencia de conocimiento para descubrir cuál es el origen real de esta sensación.

La mejor terapéutica para el vacío es comenzar a separar un momento del día o de la semana en el que podemos apartarnos de la vida cotidiana algunas horas y no hacer algo en particular, detener la acción. Quizás podamos lograr esto de una manera muy económica tomando nuestra bicicleta, preparándonos el mate y llevando un buen libro; una vez localizamos un lugar en el que podemos pasar unas horas en soledad con nosotros mismos y alejados del ambiente ordinario, comenzaremos a sentir cierto alivio, como si un «vacío sano» desalojase a un «vacío enfermo».

La industria tiene una terapéutica similar: horas y horas frente a la pantalla mirando series televisivas. Pero es una solución industrial, masiva y creada por otras personas; nosotros intentaremos encontrar una «solución artesanal» para nuestro vacío.

Sucede que lo que llamé «patología del vacío» no es una patología sino la manifestación dolorosa de una necesidad insatisfecha -y muy importante- que tenemos la mayoría de los seres humanos contemporáneos: la necesidad de encuentro con una parte de nosotros mismos -nuestra alma podría decir- y, cuando logramos tomar consciencia de esto, comienza a darse un cambio radical en nosotros.

Si el vacío se siente como una clase de desorganización interior, el encuentro con nuestra alma se vivencia como comenzar a «encontrar el eje».

Mientras la ansiedad respondía satisfactoriamente a la relajación, el vacío lo hace frente al enfoque de la atención consciente.

Estas ideas son un aceptable comienzo para quién atraviesa esta sensación, aunque sólo representan una aproximación. Seguiré con este tema en futuros posts.

Bullying Santa Fe

Un joven se suicida por la violencia padecida en la escuela de parte de sus compañeros. No es la primera vez ni será la última que ocurra en la ciudad ni en Argentina. He tratado este tema en otras ocasiones pero la repetición del mismo me retrotrae hacia aquellos análisis.

La escuela no educa ni contiene, todos sabemos eso. La escuela está para controlar y someter; pocos asumimos esto. En estas pocas líneas intentaré demostrarlo.

¿Cómo podría existir una educación (esto es: el desarrollo intelectual) sin el cuidado del desarrollo de los afectos de los niños y los jóvenes? Una primera constatación nos muestra que la institución educativa no tiene su razón de ser en la formación íntegra de los nuevos ciudadanos sino es su escisión cognitivo-afectiva.

En 2015 escribí un artículo sobre el caso del niño que se quitó la vida en la zona cordillerana argentina en similares circunstancias. El arquetipo se repite.

La escuela se fundamenta en la jerarquía académica (¿sí?), en la acumulación de conocimiento (¿una modalidad del poder?) y en la competencia calificativa. Por lo tanto, su primera función y misión social es enseñar el patriarcado; éste es su paradigma subyacente y operativo. El patriarcado jerárquico implica, precisamente, que el más fuerte somete al más débil. Ello está implícito en las condiciones institucionales de posibilidad de la escuela industrial, materialista, jerárquica y competitiva.

¿Quién protege a los niños?

Nuestro desarrollo cultural se asienta sobre el sacrificio de los niños, tanto en nuestra vertiente griega (Edipo Rey) como en la cristiana. Es hora de asumirnos.

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Sobre la muerte del fiscal Nisman

¿Quién contiene nuestro mal?

Tal vez, sin darse cuenta plenamente, este fiscal muerto en instancias de investigación de un atentado terrorista en AR, realizó cabalmente su misión al morir en el entrecruzamiento de la violencia y la corrupción política.
Su deceso parece dejar inconclusa su labor, sin embargo, él acaba una tarea de mucha mayor trascendencia para la «salud social» del país que lo que implicaba la misma investigación. Él logra dejar en evidencia, hacer visible, que somos capaces de una violencia extrema sobre nosotros mismos cuando nos acercamos a la verdad, esto es, cuando nos adentramos en nuestro ser.
Tal vez no haya jamás un condenado por el atentado a la Amia, pero se ha arribado a una verdad mucho más aterradora: somos nosotros quiénes hemos hecho posible que este crimen sucediera (en efecto, el fiscal se hallaba indagando la participación local en el desarrollo de la investigación ). Se trata de nosotros: tu y yo no somos Nisman, como erráticamente afirmaban algunos carteles en la multitudinaria marcha en reclamo de justicia llevada a cabo el 18-FE-2015; tu y yo somos sus ejecutores. Y él, el sacrificado.
Desde un punto de vista psico-social del paradigma o sistema de pensamiento en el que vivimos, la muerte de esta persona es una realización plena de su lugar social. La finalización  de su labor como fiscal, en el hipotético caso en que hubiese llegado a un final esclarecedor, sólo habría hecho visible la punta del iceberg, algunos individuos en particular, pero nunca las condiciones de posibilidad de los atentados que ocurrieron. En cambio, el presente no nos deja excusas ni acusados que nos permitan lavarnos las manos, en «memoria» de Poncio Pilato, por supuesto.
Democracia no sólo significa «gobierno» del pueblo, también debe adquirir el sentido de responsabilidad colectiva. Un poco más allá de la ideología y un poco más acá de los hechos concretos.
Entonces, ¿quién contiene nuestro mal? Solamente, repito: solamente, el que puede mostrar nuestro lado oscuro sacrificándose.

La obediencia en las jerarquías y en el Ejército como principio de seguridad interna.

Miedo y seguridad

Los soldados en la guerra pueden salir a matar porque lo hacen por obediencia, ello significa que su voluntad está remitida a la de otro, y también el criterio de verdad. Allí no hay culpa, pues si se equivocan… no fue su decisión. El sacrificio de la propia determinnación en pos de una decisión ajena crea un punto de sumisión interna, pero a la vez, la energía liberada por el levantamiento de la culpa es muy grande y permite una gran potencia en acción.

Aún internamente, se produce una gran seguridad al costo del sacrificio de una pequeña libertad. Esto se debe a que la responsabilidad no cae sobre el sujeto (soldado), sino sobre el Otro: no hay apropiación de nada de valor simbólico para el sujeto, y ello, como en un niño, da la sensación de estar protegido frente a lo desconocido que representa el temor a equivocarse.

 

 La muerte de los griegos

Vemos por fuera un hombre capaz de enfrentarse a un ejército, pero por dentro tenemos una voluntad arrodillada frente a un «padre humano», o sea, un ídolo.

Pero… hay algunos hombres que se han animado a la toma de decisiones… y a cuya voluntad los niños inseguros se rinden…

¡Todo de acuerdo a la homosexualidad griega!

La «súper masculinidad» de los fuertes y de los que saben… termina siendo nada más que un comercio homosexual en sociedades de hombres.

Los denominados mecanismos de defensa «son recursos psicológicos por los cuales el organismo psíquico, buscando preservar su sentimiento placentero de seguridad, se resguarda contra (evita, suprime, soslaya) las angustias de los conflictos internos y el miedo a las asechanzas del mundo exterior» (Zenequelli, 2001); de este modo, se podría definir la obediencia como un auténtico mecanismo de defensa, en tanto que, libran al sujeto de la toma de decisiones particulares y originales frente al futuro incierto evitando de este modo el temor a equivocarse.

 

Clara Rojas vs. Medios Masivos

Clara Rojas Clara Rojas

En una nota publicada por el diario Clarín del jueves 20 de marzo de 2008, se pudo leer el siguiente extracto de una entrevista realizada a Clara Rojas:

 -Clara, Ud. no habla del tema y la única versión es la del periodista Botero, que dice que Emmanuel es hijo de una relación consentida con un guerrillero…

-¡Pero es que nunca mantuve ninguna relación ni he hablado de eso! Entonces ¿de dónde infieren eso? 

Lo citamos aquí en función de nuestra nota publicada el 12 de enero [Clara Rojas: ¿nacida de la selva o de la civilización?], en la que sostuvimos que el relato periodístico en el que se decía que Emanuel era fruto de una relación “consentida” entre Clara Rojas y un guerrillero era muy posiblemente falso. 

Hoy podemos confirmar tal análisis y corroborar la influencia nociva y mentirosa que realizan los medios masivos de comunicación. En aquella oportunidad dijimos que la única posibilidad de una relación “consentida” era el Síndrome de Estocolmo, que analizamos en detalle y que no podía sostenerse según criterios diagnósticos. Luego, inferimos la nefasta realidad eludida: no se trató de una tal «relación». 

Por otra parte, es preciso recalcar que el análisis que se ofrece desde un modelo teórico, cualquiera sea éste, siempre distará de aquel que realicen los medios ya que, el discurso de la ciencia se halla en otro plano de análisis que el de un periodista.

Seguiremos abogando por la ciencia.