En esta tercera parte del tema, quisiera mostrar el «último recinto» al que pudo llegar la Psicología Profunda hasta la fecha. Mencioné la importancia de generar un espacio de soledad y quietud para «encontrar el eje»; sin embargo, tengo una mala noticia en este momento.
El vacío estructural
De modo similar a la existencia de agujeros negros en el espacio que devoran las galaxias que son atraídas hacia ellos, la psiquis humana posee un fallo propio que cumple una función similar y que hace que nunca podamos tener la «vida ideal» que tanto anhelamos, una y otra vez algún suceso exterior o interior perturba el bienestar y aflora la negatividad. Y ello existe en la naturaleza de la psiquis humana por un motivo.
Viernes Santo
Escribo estas líneas un viernes de Pasión, porque dicho evento representa un agujero negro en la cultura; así como los agujeros negros del espacio capturan masas que son absorbidas plenamente por ellos, la muerte es también para el hombre un fenómeno similar que, como centro gravitatorio del futuro, atrae hacia sí todo el hacer del hombre y, tarde o temprano, termina por devorarlo sin que el más mínimo componente pueda sobrevivir a su atracción devastadora.
Es sorprendente observar cómo los fenómenos más complejos del universo parecen tener correlatos en el plano psíquico, como si se tratase de fenómenos sincronizados.
Primera imagen real en la historia de un agujero negro presentado el 10 de abril de 2019 por el consorcio internacional Telescopio del Horizonte de Sucesos.
La «antimateria psicológica»
Este principio paradojal de nuestra psiquis, como te decía, cumple una función, y esta función es una no-función. O sea:
+ No podemos hacer algo para hacer desaparecer esta falta de no sabemos qué;
+ Sólo podemos aceptarla, reconocer su existencia sin más.
En pocas palabras: hay un fallo irreparable en nuestra mente y lo mejor que podemos hacer es aceptarlo. Todo intento de negarlo será en nuestro perjuicio. Podés ver ahora como me acerco nuevamente al tema del no-hacer o no suceder psíquico (tema planteado por Carl G Jung).
Este principio paradójico hace que, sí logramos reconocerlo y soportarlo, comience a integrarse a nuestra vida, pasa a ser parte de nuestro ser.
Pero hay algo más…
Se supone en Física que si la materia y la antimateria se encuentran, se aniquilan mutuamente pero no se destruyen, sino que producen una liberación de una energía radioactiva. Podría decir entonces en este extraño razonamiento: si la vida y la muerte se encuentran -si acepto con mi Yo consciente la existencia de este vacío estructural inconsciente y relacionado a la muerte- no se eliminan mutuamente sino que producen una especie de liberación de energía o nuevo fenómeno.
Sé que lo que escribo parece un delirio total; pero lo voy a aclarar el domingo de Pascuas con un ejemplo concreto.