Descubren en Perú el que sería el mayor sacrificio de niños en la historia
Un reporte exclusivo de National Geographic, publicado recientemente (2018), informa que los restos de esqueletos de más de 140 niños fueron encontrados en la costa norte de Perú. Esto podría ser evidencia del mayor sacrificio infantil en la historia documentada.
Se cree que los sacrificios tuvieron lugar hace 550 años durante el Imperio Chumú en la era precolombina, en un sitio ceremonial antes conocido como Huanchaquito.
El dueño de los acontecimientos
Este tema lo he tratado extensamente en otros posts y en un libro. En aquellos análisis me referí a este tópico en el contexto de la historia judeo-cristiana; mostré como la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. estuvo directamente relacionada al mismo, señalado por el profeta Jeremías.
En otros comentarios, mencioné cómo es lógico comprender que una sociedad que ataca a sus propios retoños inicia un proceso de autodestrucción, puesto que niega su continuidad. Ante estos sucesos, emerge un impulso violento desde el Inconsciente Colectivo que arrasa con dicha civilización, como si se tratase de una mente independiente que reacciona ante una violencia que no puede soportar.
Una hipótesis psico-social
El sacrificio de niños en Perú es interesante al análisis porque no es parte de la tradición occidental griega-cristiana; al tratarse de un hecho anterior a la conquista española, los parámetros mentales-culturales de referencia europeos y aborígenes todavía no habían entrado en contacto. Este infanticidio descomunal sucede muy pocos años antes de la llegada de los colonizadores a América.
La hipótesis es que el hecho se inserta en el mismo proceso de la psiquis colectiva, en la que una sociedad, tras llegar a un punto de saturación, inicia el sacrificio de niños con el que decreta su fin (un análisis absolutamente lógico desde la perspectiva biológica); lo sorprendente es que los procesos inconscientes colectivos parecen tomar nota de esto y decretan el fin de esta civilización con la llegada de la colonización, de modo similar a como el profeta Jeremías anunció que el rey de Babilonia -Nabucodonosor- era un «enviado de Dios» para destruir a Israel.
Soy consciente de las numerosas objeciones que habrá de tener este planteo para el análisis social. Sin embargo, tiene mucha lógica desde la perspectiva de la psicología Junguiana y su concepto de arquetipo. Precisamente, la hipótesis consiste en que esto es un arquetipo que se repite y con el que podemos «leer», interpretar los tiempos, sus signos, no para juzgar algo o a alguien, sino para hacernos conscientes de en qué momento estamos y cómo somos parte de un momento histórico determinado.
Poder precisar un patrón repetitivo –arquetipo– referente a un fin de ciclo nos permite tener una «brújula psicoide» para saber dónde estamos, hacia dónde vamos y cómo nos observa el Señor de todos los tiempos.