Madres Asesinas

Introducción

Recientemente un caso nos ha llamado poderosamente la atención, tanto por lo morboso del hecho como por lo desconcertante. Es la muerte del niño Martín Vázquez, de 6 años, asesinado por su madre Adriana Cruz en el baño de su casa. El suceso despierta el horror, el terror, la angustia innombrada en quienes percibimos lo acontecido a través de los medios.

El día del filicidio, el padre del niño tramitaba la tenencia de sus hijos en lo que era ya una conflictiva separación. El maltrato y las amenazas hacia los niños existían previamente a lo sucedido, según transmiten los medios. Resulta un dato importante para nuestro análisis el advertir que ambos padres se acusaban mutuamente de violencia y maltrato.

El fiscal de la causa, Leandro Heredia, señaló que Adriana Cruz “no mostró arrepentimiento” y que «no derramó ni una lagrima» ni se la vio exaltada al ser indagada por él. Ante los medios admitió que había matado al nene «para cagar al padre», como puede verse en las paredes pintadas con aerosol.

Respecto del fiscal, es importante notar su reacción empática al contar que al llegar a la escena del crimen rompió en llanto al ver al pequeño «sumergido en la bañera, con los ojos cerrados», y declaró, además, que el niño tenía «un parecido extraordinario» con su hijo de 8 años.

Imagen tomada de: http://blogs.perfil.com

El problema de los diagnósticos

Algunas expresiones de Adriana Cruz, como los escritos en las paredes pueden sugerir que se trata de una mujer con personalidad psicopática, o tal vez se trata de una psicosis. ¿Cómo podría, de otra manera, explicarse desde el campo psicológico este comportamiento?

De hecho, numerosos comentarios sobre el caso, de especialistas, plantean que no es posible este acto si no se presenta alguna “enfermedad mental” en esta mujer. Exponen que tal vez se trate de una enfermedad aún no bien identificada por la Psiquiatría.

Al respecto, los estudios psiquiátricos que evaluaron a Adriana Cruz mostraron que se encuentra en condiciones de declarar ante la Justicia y que “sólo lloró al hablar de su ex pareja; no se evidencian delirios en su contenido y percibe y evoca sin dificultad”, según el informe médico.

En medios televisivos, el psicólogo social Gastón Ieraci, se remitió a un supuesto “Síndrome de Alienación Parental” (SAP) para explicar el caso. “Este tipo de actos surgen como consecuencia de una separación. El chico pasa a ser el ‘trofeo de guerra’ de esa separación. Lo que hacen los padres es pegarle al otro dónde más le duele. Se pasa del amor al odio”.

Imagen tomada de: http://necocheanews.com.ar/2012/03/24/madre-asesina-investigan-porque-los-chicos-vivan-con-ella/

¿Qué muestra, qué revela este suceso?

Los profesionales que trabajamos desde el modelo teórico de las Psicoterapias Focalizadas Resolutivas pensamos que el análisis debe partir con el planteo de esta pregunta, destinada a detectar el paradigma subyacente, subterráneo, al discurso explícito; puesto que allí se halla una realidad oculta pero actuante en los hechos que pretendemos comprender.

En primer lugar, consideramos que este caso no debe analizarse desde la perspectiva psicológica-individual, sino desde lo psico-social; que un diagnóstico particular reducido (psicosis, psicopatía, trastorno de personalidad, etc.) necesariamente incurriría en error puesto que lo esencial del comportamiento humano se halla en el plano vincular. En este sentido, creemos que el filicidio del country significa la eclosión de un paradigma social.

Una lectura superficial podría decir que esta madre al ahogar a su hijo realiza una “ruptura del lazo biológico” que la uniera con él. Al respecto, ya han surgido en los medios los sociólogos defensores de la teoría del género a exponer que “la maternidad es una construcción social”, no una necesariedad biológica. No necesitamos aceptar ni rechazar esta, corrijo, hipótesis (no teoría). Pero podemos hacer un análisis que nos caracteriza: “x-1”, invirtamos el discurso [de los medios] para ver qué sucede.

x-1: multiplicamos por la unidad negativa, alteramos el sentido de lo explícito hasta su opuesto. El hecho revelaría entonces que la “construcción cultural” de la femineidad ya rompió el lazo biológico, es un hecho, ya está acontecido. Puesto que esta concepción (teórica, no nos olvidemos) disocia el “ser madre” del “ser mujer”. Es Adriana-mujer, abandonada-despechada, la que emerge como antepuesta a la “construcción” de Adriana-madre; al morir la mujer, mata a la madre.

Continuemos con esta línea argumentativa que confío no habrá de gustar a la mayoría de los psicólogos y sociólogos… La dependencia femenina: ¿es sólo un constructo cultural? Otra vez, veamos el negativo de esta expresión: el constructo cultural es el que ha borrado la dependencia estructural femenina. ¿¡Qué horrorozo machismo estamos enunciando!? Hablemos con la bebé de Dikika.

El bebé de Dikika es el descubrimiento de los restos fósiles de una niña hominida de aproximadamente 4 millones de años, que posee en la mitad superior de su cuerpo la estructura anatómica de un mono, y en la parte inferior, una muy similar a la nuestra con la atrofia del dedo pulgar del pié, signo propio de la bipedestación que se dio en África al retraerse la selva y avanzar la sabana. Esa atrofia del dedo pulgar del pié posee una importancia evolutiva dada por el hecho de que esta pequeña homínida (al igual que el bebé humano del siglo xxi) no puede agarrarse de las espaldas de su madre como lo haría la cría de la mona, sino que su madre debe cargarla en brazos. Este hecho implicó un mayor contacto visual y afectivo entre la cría y su madre, con un mayor desarrollo encefálico en consecuencia por mayor estimulación, pero al mismo tiempo una dependencia mayor desde la hembra hacia el macho y el grupo, puesto que la hembra ahora ocupada en sus manos con la cría, no podría recolectar los alimentos y necesitaría ayuda para la alimentación propia y de su bebé. De este modo, en los orígenes del ser humano hallamos un fuerte vínculo en la tríada hembra-bebé-macho-comunidad (véase: http://ngm.nationalgeographic.com/2006/11/dikika-baby/sloan-text/3).

¿Cuál es el Problema Relevante Crítico del filicidio del country?

El paradigma social que estalla con este crimen es el de la hipótesis del género (entre otros). Por ello se ha escuchado a sociólogos hablar en medios del “pacto social” que diría que las madres deben ocuparse de sus hijos y no matarlos. El problema es que este estallido nos hace replantear las “bases biológicas de la conducta humana”.

Por otra parte, podríamos plantear como interrogante si la construcción cultural de los roles no es sintónica con la idea del hombre que abandona su hogar.

No obstante lo dicho, es otra la línea argumentativa que nos interesa. Nos preguntamos cuál es el problema a despejar en esta situación: “¿La maternidad? ¿La mujer contemporánea? ¿Los hombres…? ¿La sexualidad y la locura?” Consideramos que el problema crítico es demasiado evidente: ahora que la formulación de los roles culturales rompe las ataduras familiares, los hombres no están obligados a cuidar de sus hijos y las mujeres tampoco (ya que es sólo un constructo social). El problema es: ¿Quién cuida a los niños? No somos tan ingenuos (tal vez un poquito) como para plantear que “todo pasado fue mejor”, pero evidentemente algo no está bien situado.

En este momento del análisis, creemos hallar una solución kirchnerista al problema: “¡jardín de infantes para todos!”. Quizás sea una ironía, pero no una broma.

Conclusiones

Pensamos que los “diagnósticos masculinos” no alcanzan: ni psicosis, ni psicopatía, ni demencia. En todo caso podríamos decir que se trata de un Trastorno dependiente de la personalidad que produce una ruptura de la base segura (Bowlby, 1969).

La teoría del género nos parece un paradigma central a cuestionar en estos hechos, debido a sus reducciones simplistas y arcaicas.

En un nivel psico-social se produce la ruptura del “pacto social” que dice que las madres son un arquetipo que no mata a sus hijos. La revelación es: esto tiene un aspecto de construcción imaginaria-social.

Respecto de la mujer que asesina a su hijo, el Psicoanálisis podría aportar interesantes ideas respecto del Goce femenino y la caída del falo masculino; no hay Nombre del Padre que trasmitido desde el padre pueda proteger al niño (sobre todo al varón).

El interrogante que nos persigue es: “¿Qué es una mujer?” Al menos Adriana Cruz parece no resignarse a que se le desplace de ese lugar y se la confine al de “sólo madre”.

La mujer es la portadora del Goce… aquella que pueda matar tanto como el hombre. Sólo que no nos hemos sincerado socialmente todavía en este aspecto. Su diferencia es la modalidad. Horroroso es algo a lo que ningún hombre puede ponerle freno… o sí. Tal vez la sociedad ha perdido los dones paternos y no los maternos. Tal vez es la creadora de Hitler, ¿por qué no? Es la tesis de Laura Gutman (véase el libro: “Crianza, violencias invisibles y adicciones”).

Un interrogante más… Algunas afirmaciones intentan aseverar y demostrar que sólo una persona perturbada podría hacer algo así. Es una excusa simple para separar a “ellos” los enfermos de “nosotros” los sanos. Lo aterrador es que este dilema es totalmente falso. Nosotros, los humanos, podemos hacer esto.