Recuperar la alegría en tres pasos

Lo que se opone a la alegría es la tristeza y la angustia; hay un tipo de angustia que es buena porque lleva al crecimiento personal -en otros artículos la he tratado-, pero aquí quiero referirme a la «mala angustia», la que trae aparejada culpa y sentimientos de muerte. Esta última, la angustia de muerte, proviene del miedo; su orígen y su causa están ocultos, son inconscientes, pero sencillos de desenmascarar cuando se observa con buenos ojos.

Una opción

Estos sentimientos negativos que menciono se aplacan cuando una persona comienza a mostrar una actitud agradecida con la vida, mezcla de respeto y reverencia a este proceso incomprensible para nuestra mente que, cómo especie, nos mantiene vivos hace ¡más de 3.500.000 años! Sin embargo, para muchas personas esta sencilla actitud es muy difícil de desarrollar. Averigüemos por qué…

Corazón con agujeritos

Voy a ser sincero: no me gusta plantear este tema, ni me considero el hombre con la capacitación adecuada para hacerlo, pero algo dentro de mí me dice que tengo que decírtelo.
Una de las situaciones que trae más angustia y tristeza a las personas que vienen a la consulta psicológica es la sexualidad, me refiero a ella de modo amplio -con todo lo que implica afectivamente-, pero también me refiero de modo concreto al sexo. No quiero escribir nada al respecto, sólo sugerirte una pregunta cuya respuesta sólo tu guardes: ¿realmente el sexo casual te deja satisfecho? Tal vez haya algo aquí donde se enraizen muchas tristezas. Aún así, el corazón tiene algo más profundo.

Una mochila muy pesada

¿Cómo puedo decirte esto…? Mmmm, bueno, que sea como me salga.
Todo esto que valoro de mí mismo: mi profesión, familia, éxitos, todo lo que considero un «logro» o un «éxito», va forrando mi ser con un pesado, muy pesado tener, y a dicho tener hay que alimentarlo y pagarle «impuestos emocionales» permanentemente, cada vez más caros en la medida que más grande y brilloso se torna mi Ego. Y ello… y ello… consume mucha energía (cualquier empresario o comerciante me va a comprender perfectamente haciendo un simple paralelismo entre el Ego y la AFIP -ente recaudador de impuestos en Argentina). Ésta es una de las razones más profundas de las tristezas patológicas, aquellas que no responden a eventos de pérdidas que las justifiquen.
En el título de este pequeño artículo dije «recuperar la alegría»… ¿cómo es eso? En primer lugar necesitamos hacer un buen diagnóstico para poder llegar a un buen tratamiento.

Alegría desde dentro hacia fuera

Los párrafos anteriores estuvieron destinados a interrogar acerca de si la mayor parte de las tristezas de tipo existencial tienen que ver con el mal trato del amor y el Ego. Ellos representan tres criterios fundamentales y sencillos para poner el corazón en orden y preparado para alegrarse. Corregido el error, el reconocimiento del la inmensidad de la vida y el ser parte de la naturaleza hace emerger naturalmente la alegría. Muchas veces no hay que forzar un proceso normal, sino más bien permitirle que suceda como está genéticamente programado. Te recuerdo este número: 3.500.000. Muchos más que mis velitas de cumpleaños.

¡Un abrazo!

Día del padre

¡Un papá!

Un padre es único, y la experiencia junto a él es exclusiva, aún cuando tengamos muchos hermanos.

Menciono esto porque la paternidad tiene que ver con el enfoque que un adulto da a un niño, una concentración de la atención en una sola cosa o en un sólo aspecto de la realidad. Ésta es una cualidad esencial de un padre. Y el «uno» se opone a la «dispersión».

Te lo voy a decir de una vez y sin «anestesia»: es el lugar de nuestro padre en nuestra psicoafectidad lo único que nos saca de la angustia y nos devuelve el sentido existencial. «Mamá» cumple otra función -que abordaré en otros posteos.

¿Y si papá no está?

En nuestra extendida Latinoamérica, el problema es precisamente éste: el padre no está. No porque haya muerto necesariamente, sino porque nosotros -los hombres y padres- no tenemos la más remota idea de cuál es el sentido de la paternidad.

Si papá no está, necesariamente tenemos que «conectar» con él, aunque esa conexión se limite a una búsqueda eterna, en este caso, la búsqueda será el enfoque. Si él ha fallecido, necesitamos reconocer sus rasgos que perviven en nosotros; si lo tenemos, basta con compartir.

Papá de hijo, papá de hija

La paternidad siempre tuvo que ver en nuestra especie -la cuál, te recuerdo, tiene más de 3.000.000 de años de evolución codificada en nuestro ADN- con el afrontamiento del mundo externo y, para ello, la destreza psicológica ha desarrollar es la concentración de la atención en un sólo aspecto de la realidad; seas hombre o mujer, cada vez que realizas esto desarrollas, como si de un músculo se tratase, la función paterna en tu psiquis. La cual te aleja de la angustia y aumenta tu capacidad resolutiva, sin importar aquello en lo que te concentres. ¡Sin importar qué!

Mientras no comprendemos esto, nuestras vidas fluctuan en el inestable mar de las emociones, sin timón, vela ni quilla que le dé dirección al sentido de nuestra vida.

Seas hombre o mujer, hayas tenido padre o no, fuera aquella una buena relación o no, te desafío al siguiente descubrimiento empírico: enfócate en una sola cosa y dirige hacia ella toda tu energía, después me comentas los resultados.

Presta atención a esto: en La Guerra de las Galaxias, un joven descubre que es hijo del hombre más vil y tirano del universo (¿ok?, el joven tiene un padre difícil), sin embargo, toda la compleja trama psicológica consiste en cómo llegar a conectar con él, sin jamás negar su lugar y aún su supremacía. Duro de aceptar para quienes no han tenido un padre que los reconozca, pero necesario de reflexionar.

¡Un feliz día para todos los papás y sus hijos!

PROBLEMAS DEL AMOR: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

La verdadera ley de la atracción

Podría decirse que existe una fuerza oculta en la naturaleza que nos lleva a mujeres y hombres a aproximarnos y unirnos entre sí, a amarnos; esta fuerza tiene sentido de sí en la reproducción y perpetuación de la especie humana. No somos del todo conscientes de ello, no obstante estamos programados desde nuestro ADN para comportarnos de esta manera.

A su vez, existe otra fuerza oculta en nuestras vidas, tan fuerte como la anterior pero que se dirige en la dirección contraria, llevándonos hacia la soledad, hacia la imposibilidad de conectarnos unos con otros. Llega mucho más lejos de lo que creemos: llega al extremo de tomar el control sobre nosotros y nuestras voluntades a través de la locura (u otro padecimiento) cuando permanece insatisfecha. Hace que muchas veces hombres y mujeres nos peleemos mutuamente cuando en realidad queremos amarnos y expresarnos afecto.

¿Pero qué es esto y cómo podemos explicarnos esta aparente contradicción?

El flautista de Hamelin o “el dueño del corazón”

En el cuento, el flautista se lleva a todos los niños de un pueblo que lo traiciona tras haberlos librado de las ratas. Con las melodías que salen de su flauta, capta la atención del corazón de todos los niños que, hipnotizados, desaparecen por siempre tras él.

Este cuento no tan infantil representa un arquetipo que se halla presente permanentemente en nuestras vidas pero que desconocemos y que produce un efecto inconsciente y determinante sobre nosotros, tanto que si no nos damos cuenta de qué es lo que reclama puede llegar a llevarse nuestro corazón y toda nuestra vida. Puede llevarse todo a través de una adicción al alcohol, a través de la violencia que destruye familias, a través de infidelidades o por medio de un sin sentido y vacío permanente de nuestra existencia.

Lo creamos o no, si nos animamos a hacer consciente lo inconsciente, rápidamente notaremos su presencia en nosotros y la fuerza de atracción que tiene, cómo nos puede dominar y llevarnos completamente hacia dónde quiere.

¿Hacia dónde quiere llevarnos eso? Antes de poder comprender esto,  tenemos que hacernos otra pregunta: ¿cómo es que puede atraernos de tal manera? Para ello, volvamos al flautista de Hamelin; ¿cómo es que logra captar la atención total de los niños? Si tomamos a “los niños” como metáfora de nuestro “niño interior”, tal vez ya podamos ir haciéndonos una idea de lo que sucede. Esta fuerza que nos atrae lo hace con la melodía de la felicidad, del disfrute de la vida, del sentido de vivir quizás también, en última instancia es un intento de escaparse del miedo que todos tenemos a morir, porque la distracción nos sirve un poco para no pensar en ello.

Esta fuerza interior que nos atrae hacia la soledad y el alejamiento de los otros lo hace desde el poder de hacernos no sentir el crudo dolor de nuestra muerte y la de nuestros seres queridos.

Pero vayamos un poco más profundo: ¿por qué, cuál es el sentido de todo esto?, ya que parece no tenerlo. Si retomamos el cuento una vez más, nos está faltando saber por qué el flautista actuó de aquella manera. Él lo hizo porque fue traicionado por aquellos a quienes liberó de un grave problema y los ayudó a vivir mejor; por lo tanto, lo que podemos apreciar es que lo que “el dueño del corazón” hace es reclamarnos nuestra atención y nuestro oro (lo que más vale de nosotros, nuestra vida interior), y mientras no le demos su paga no va a dejar de arrancarnos el corazón y dejarnos desgarrados de paz interior.

¿Cómo es, qué hago, a dónde llevo mi vida interior? Es más sencillo de lo que parece: es tiempo a mi vida interior. Es sólo un momento para escuchar su melodía.

Psicología aplicada a los problemas de pareja

Ella dijo: “¡dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista!”

Una mujer ambiciosa deja a su marido (un simple hombre común) y pasa a convivir con otro que ostenta más poder, capital económico y social, sobretodo. A ella la mueve la ambición, a él la seducción de sus caderas. Él es poderoso, pero no es él lo que ella quiere, sino “eso”.

La euforia del éxito lo lleva a la embriaguez, las comidas con amigos e invitados, todo lo que la imagen ante el otro reclama. Pero en un momento, él muestra su debilidad, una mala decisión lo deja expuesto en su búsqueda superficial de sensualidad y el compromiso social. Entonces decide pedirle ayuda a ella, quién, envuelta sobre sí misma durante mucho tiempo, es eyectada desde su tensión femenina para inyectarle su veneno mortal: todo tiene un precio y ella quiere algo a cambio por el placer brindado. Ahora, la desnudez de él está expuesta y su mundo comienza a derruirse. Ella, por el contrario, lo tiene todo, y él no está incluido en eso.

¿Quién puede entender lo que le pasó? A fin de cuentas, sólo miró lo que todo hombre mira en una mujer… ¿O no?

Él comprende rápidamente el nuevo escenario: el amor ha terminado y ahora se trata de poder. Aquí hay lucha, competencia, esfuerzo y dominio; como hombre que es, sabe que está preparado para ello y acepta su condena. Ella, por su parte, no comprende el nuevo mundo y el derivar y derivar en ser poseída una y otra vez por hombres que sólo se vinculan desde la jerarquía. Tristemente, el sistema funciona. Cada bando en su trinchera.

¿Fin de la historia?

Intentemos poner de pié a estos arquetipos, patrones de comportamiento que se repiten una y otra vez desde hace siglos. Seamos sinceros y comencemos por un buen diagnóstico: ella mordió el fruto de la ambición; él, el de la dependencia sensual (alguien que pueda dar placer y relajación -además del alcohol). Por este camino, no hay mucho por recorrer para una pareja.

Él puede llegar a ella, pero no por medio de las formas de su cuerpo, sino a través de la profundidad de sus heridas, las que ella nunca le muestra, las que le avergüenzan y no quiere comunicar porque se siente expuesta.

Ella puede llegar a él, sabiendo que nació para luchar, que deberá estar mayor tiempo fuera y que pagará su lejanía con 7 años menos de vida.

Ninguno puede acercarse al otro por medio del juicio y la condena.

No hay poder para ella, no hay relajación para él.

Luego de estos “mini-tips”, permítanme una pregunta:

– ¿Tan terrible es esto?