En algún lugar muy profundo de nuestra psiquis existe un jardín del Edén, un paraíso perdido de nuestro potencial creativo al que algunas veces, quizás por intuición, logramos acceder y revitalizarnos con aquella sensación de realización personal. Sin embargo, un nuevo poder acecha sobre él, con un interés particular, quizás nunca antes visto.

La censura del pensamiento independiente
Durante la Edad Media el pensamiento científico fue censurado por el poder religoso, ejemplo de ello lo encontramos en Galileo Galilei, Nicolás Copérnico, Giordano Bruno (ejecutado), entre muchos otros que contradijeron el dogma geocéntrico de la Iglesia Católica. Podríamos decir que se impuso en aquel tiempo una realidad religiosa-dogmática.
En el siglo XX, las ideologías dominantes, como el nazismo y el comunismo, también impusieron restricciones severas a la libertad de pensamiento y expresión. Estas ideologías promovieron un pensamiento colectivo que sometía a las nuevas generaciones a una visión del mundo uniforme y a menudo distorsionada. La disidencia y la crítica eran castigadas con severidad, limitando la capacidad de las personas para experimentar y expresar sus propias ideas y creencias. Nos encontramos ante una realidad ideológica en este caso.
Estos dos periodos de la historia muestran cómo el poder y la ideología pueden ser utilizados para controlar y limitar la libertad de pensamiento y expresión. A pesar de las diferencias en tiempo y contexto, ambos ejemplos ilustran la importancia de proteger la libertad interior y la diversidad de ideas como fundamentos esenciales para el desarrollo humano.
La simulación de la realidad

Entre la Edad Media y el Siglo XX se da otro caso interesante, puesto de manifiesto por la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero, en el que se evidenció la represión de la espiritualidad individual. Tanto en uno como en otros casos, de lo que se trató fue de impedir la experiencia personal (ya fuese ésta de tipo científica, intelectual o espiritual), ya que esta cualidad humana ha tenido la fuerza suficiente para cambiar paradigmas históricos.
Transcurriendo el Siglo XXI nos encontramos frente a una nueva modalidad de… ¡control sobre el mundo interno del individuo! Lo nuevo es su forma, pero no su intento. Se trata de la Inteligencia Artificial generativa (aquella que produce narraciones, imágenes y todo tipo de contenido multimedial, precisamente dónde antes se hallaba la creatividad humana). No creas ilusoriamente que las «máquinas» no podrán superar a Van Gogh o a van Beethoven; yo fui ajedrecista en la última década del Siglo XX cuando creíamos que la IA jamás derrotaría a Garry Kasparov… El enfoque en el resultado o producto de la máquina es un error de comparación, es similar a pretender que un auto «no corra» más rápido que Usain Bolt. La diferencia está en otra parte….
Si una máquina de la Antigüedad suplió la fuerza física del hombre, de lo que hoy se trata es del reemplazo de las emociones humanas, que los sistemas artificiales y tecnológicos puedan simular los sentimientos a tal punto que no podamos diferenciarlos de una interacción humana auténtica. Luego nos preguntamos: ¿La IA es algo malo? ¡No! ¡Terminantemente no!
El punto crítico es la finalidad de la herramienta, para qué es empleada.
Cuando un módulo de IA lograr escribir un libro que supera a un gran escritor… ¡Presta atención! El escritor no corre ningún riesgo, él seguirá escribiendo si ama la literatura; lo que se encuentra en riesgo es el uso comercial de su obra, pero ello es un problema de «negocio», no de proceso creativo. Por lo tanto, podemos ver que el conflicto se entabla entre la productividad industrial de un objeto (el que sea) y la capacidad artística creativa del ser humano.
Conclusión
Como ante toda nueva situación, el problema radica en el sujeto antes que en el objeto, esto es: «¿Qué postura adoptamos ante la IA?» Por una parte, podemos ver un acto de poder antiguo para un amplio espectro de nuevos recursos (el control de las masas por medio de la manipulación emocional -desde el Circo Romano hasta las redes sociales contemporáneas); por otra parte, vemos la emergencia de una nueva realidad psicológica, una nueva dimensión del Inconsciente: éste ahora es artificial. El ser humano ya disponía de prótesis para su cuerpo, ahora las posee para su mente. Para el joven parapléjico, que por medio de un chip intracraneal de NeuralLink logró jugar al ajedrez por medio de una computadora, la tecnología es la apertura a un nuevo mundo de posibilidades. Para los diseñadores gráficos la emergencia de Dalle-E o Midjourney (software generadores de imágenes) se convierten en un grave riesgo para su trabajo.

El «nuevo mundo» es un mundo «digital», por tratarse de algo inédito nuestra actitud debe ser la del explorador aventurándose en un nuevo territorio, con precaución ante los peligros desconocidos, pero con inmenso entusiasmo por los tesoros por descubrir. Si logras comprender esto, la IA y la realidad digital serán una gran oportunidad para tí, de otro modo corres el riesgo de hallarte en un parque Jurásico de dinosaurios tecnológicos.