De modo similar al día en que los conquistadores arribaron a América en mareas humanas deseosas de exploración, aventura y riquezas, las nuevas generaciones se introducen rápidamente y sin dudarlo en el continente digital; desde los videojuegos, el aprendizaje, la comunicación, hasta las finanzas, toda una nueva fuente de posibilidades se abre ante sus ojos y, aunque las viejas generaciones no lo quieran aceptar, esto representa una oportunidad inconmensurable para sus vidas futuras. Me pregunto: ¿Cuál es la misión de un padre ante la introducción masiva de sus hijos en este «nuevo mundo»? Quizás ellos ya no lo necesitan. Permíteme reflexionar un momento sobre este tema, crítico y relevante para todas las edades.

Un Nuevo Mundo
¿Pueden hacerlo solos? ¿Pueden introducirse las nuevas generaciones en el mundo digital sin la colaboración de las generaciones mayores? La respuesta es sí; indudablemente lo hacen y posiblemente no existe otra opción; sin embargo ello no significa que este ámbito carezca de peligros, como todos lo sabemos. El padre ha sido históricamente (y biológicamente) una figura de protección sobre los niños, no obstante, hoy nos resulta «desarmado» y «desarticulado» ante el advenimiento de la Informática con su complejidad y multiplicidad de recursos.
La sabiduría del padre de antaño se encuentra obsoleta ante las respuestas de los asistentes por Inteligencia Artificial que consultan los jóvenes y niños… Las historias de los abuelos son aburridas, ni siquiera un buen libro puede competir frente a la realidad virtual de un videojuego. ¿Qué podría hacer el padre promedio ante esta situación?

La caída del padre
Si tienes algunos años o tienes hijos, te habrás dado cuenta que este razonamiento es falso. El padre ha perdido toda su autoridad frente a las nuevas generaciones, pero ello no se debe a las nuevas tecnologías, no son éstas las que lo han dejado «fuera de juego» como parecen afirmar los mismos hombres en una clase de justificación melodramática; lo que ha sucedido es que ellos mismos se han apartado de su rol en la sociedad y los jóvenes, de un modo un tanto «desesperado», buscan intensamente algo de esa potencia que las figuras paternas ya no transmiten.
Pertenezco a una generación «intermedia»: no soy un «nativo digital» pero a los 12 años ya tenía cierto contacto con las computadoras y realicé algún curso que era innovador en el momento. Esto me permite poder observar ambos lados de la situación, quizás también me ha llevado a que hoy sea psicólogo y analista de sistemas, dos profesiones muy diferentes entre sí. Como última generación no-digital de mi entorno cultural, pude ser formado por hombres que resultaron figuras paternas para mí en muchos ámbitos: el deporte, la espiritualidad, la ciencia, el arte. Recuerdo a mi primer profesor de ajedrez, quizás no fue un ajedrecista destacado (o ello no importa), pero pocas veces he visto a una persona transmitir una actividad con tanta pasión; si bien yo no fui un ajedrecista profesional su ímpetu transformado en mi motivación interna me permitió participar de competencias internacionales y, mucho más que ello: años más tarde se transformó en interés por la Informática y lo que hoy experimento cuando programo es aquel mismo placer que percibía al jugar con los trebejos… ¡Increíble! El proceso psicológico subyacente lo puedo ver, tal vez, porque soy psicólogo, pero en todos nosotros (hombres y mujeres) funciona de modo similar.
Las nuevas generaciones difícilmente encontrarán una figura paterna de estas características; ello lleva tiempo y mucho «dejar de lado» el propio Ego por transmitir a los otros, cuestión que a los hombres contemporáneos les resulta muy difícil (¡a las mujeres también!). Luego, estos jóvenes buscarán desesperadamente en el mundo digital una IA que les aconseje como relacionarse con un chico o una chica, como aprender una determinada habilidad y, la pregunta fundamental de nuestro tiempo: ¿Cómo ser exitoso? ¡Rápidamente! No obstante, luego de transcurrido un cierto tiempo notarán que las redes sociales no alcanzan para construir una relación amorosa, los cursos digitales no desarrollan tu talento mágicamente como habían prometido y al camino del éxito prometido se le borran todas las pistas. Pero, especialmente, hay un saldo que pagar, una deuda, mucho más costosa: Luego de todos aquellos intentos fracasados emergerá lenta pero implacablemente el vacío existencial.
¿Se trata de niños tontos que no quisieron escuchar a sus padres? ¡No! ¡En absoluto! Se trata de jóvenes cuyos padres (varón) no les transmitieron nada de valor porque ellos están vacíos y no tienen nada que comunicar. El mundo digital es una gran oportunidad pero, lamentablemente, muchas veces es una necesidad.
Un nuevo padre: el Padre Digital

Veo que transcurridos cuatro meses de colegio secundario mi hijo tiene cinco o seis hojas en su carpeta de Matemáticas; sin embargo, su libreta es digital, los profesores cargan los contenidos en aulas virtuales y les permiten utilizar el teléfono móvil en clases (supuestamente para buscar información), bueno… No necesio ser Einstein para darme cuenta que si la Matemática es una ciencia fundamental para la Informática, esta educación no los conduce por ese camino. El criterio me lo da la observación, no el conocimiento de las últimas tecnologías. Con este ejemplo doméstico pretendo mostrate que una de las primeras funciones del padre es (o debería ser) generar un principio ordenador en el niño/a.
El padre ha caído por perder su introspección espiritual. Los patrones no dejaron de ser eficaces, sólo que el hombre ya no está interesado en la sabiduría espiritual o, incluso, natural. Pero intentaré ser «optimista» con los padres ya que soy uno de ellos: El mundo digital es una nueva oportunidad para que los padres podamos mostrar la validez de los principios universales en todo ámbito de la vida.
Rescatando al niño exitoso ahogado en su soledad
Los padres disponemos de una serie de premisas que debemos mostrarles a nuestros hijos (siempre y cuando estemos de acuerdo con ellas):
«No es para tí, es para la sociedad. Sos creación de la naturaleza, no de ti mismo.»
«Una víbora que se muerde la cola no se está alimentando.»
«Dinero no es éxito.»
«Millones de seguidores aportan cero a tu realización personal.»
«El proceso creativo que estás haciendo tiene mucho valor; no te olvides de compartirlo.»
Una recomendación simple para padres «superados por las circunstancias»
Libro, cuaderno y bolígrafo para un tiempo de reflexión personal. También café. Te dejo una nota orientadora en un posteo anterior: Cambiar el futuro.
Nosotros resistimos la soledad mucho más que ellos, por este motivo tenemos que enseñarles esta dura tarea.

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