Desde el mero consumismo, pasando por las adicciones y la falta de motivación, para llegar finalmente a la melancolía y la angustia existencial, la Era del Vacío (Lipovetsky, 1983) extiende sus tentáculos subterráneos dejando al descubierto un drama que confronta el corazón de la existencia humana con todo aquello que el materialismo puede ofrecer.

Apocalipsis al límite
Desde que fue escrito en torno al siglo I de nuestra Era, el libro del Apocalipsis no ha dejado de intrigar a los seres humanos de cada tiempo con su mítico lenguaje, cargado de imágenes portadoras de infinitos significados. Permíteme tomarlo, en esta ocasión, como objeto de nuestro análisis ya que se trata de un sueño y, como tal, sus elementos son simbólicos.
De todos sus símbolos, hay uno en particular que me resulta inquietante:
Y la adoraron [a la bestia] todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. [Apocalipsis 13, 8]

Nombres no escritos en el libro de la vida del Cordero
Sabemos que, antiguamente y aun hoy, los nombres eran portadores de un significado y de una «misión»; esta sóla referencia antropológica nos abre repentinamente el entendimiento para comprender de que se trata: «aquellos que no han recibido una misión», esto es: un propósito de vida. El Libro de la Vida es el símbolo de las historias de vidas plenas de significado trascendente. El propósito-significado de la vida resulta ser un concepto junguiano central, por lo que vemos cómo el libro del Apocalipsis ingresa en una zona de intersección entre la espiritualidad y la Psicología profunda.
Permíteme realizarte esta pregunta: ¿Conoces a alguien cuya vida no tenga significado ni propósito trascendente? Seguramente sí. Eso es «el infierno en este mundo«. No obstante, continuemos nuestro análisis para desplegar las inmensa capacidad de significación que posee esta sola oración que he citado.
Este sueño, estos símbolos, son importantes para la Psicología Profunda (aquella que investiga el inconsciente) porque constituyen patrones: estructuras estables de elementos psíquicos (pensamientos, sentimientos, acciones) que se transmiten a través del tiempo y de las culturas humanas. Hoy, a comienzos del siglo XXI, poseemos una gran herramienta para arrojar luz sobre este tema: La IA.
Inteligencia Artificial y Psicología Profunda
Los medios masivos de comunicación han desarrollado una potencia de recursos increíbles con los que logran transmitir valor en casi cualquier cosa, como lo hemos visto en la propagación del terraplanismo en las redes sociales. No obstante esta inmensa «bestia» sugestiva, el presente nos trae otra tecnología aún más poderosa: la Inteligencia Artificial, la capacidad de las máquinas de identificar patrones en grandes cantidades de datos y, por medio de herramientas estadísticas complejas, realizar predicciones para un determinado tema. Sin embargo, aunque esto puede ser aterrador desde un lado, también de gran ayuda desde otra perspectiva.
Los mass media ejercen una influencia acrítica sobre el pensamiento de las personas, puesto que se exacerban las emociones y se suspende el juicio crítico. O sea: estos monstruos tecnológicos tienen como objetivo tus sentimientos. Por otra parte, la IA también es empleada por estos agentes sociales pero posee una enorme diferencia: Al tiempo que no es sencillo que un individuo cree una red social de alcance global, tú y yo sí podemos aprender cómo funciona la IA y lograr aplicarla para identificar aquellos patrones con los que se busca manipular el sentimiento colectivo. Mientras las redes sociales enfocan los sentimientos, la IA te permite la identificación racional de dicha pretensión, es una herramienta del pensamiento, no de la emoción.
Comprendo que la IA es una tecnología compleja, pero puedes incorporarla ampliamente a tu vida en tan sólo seis meses de aprendizaje intensivo si has completado la escolaridad media.
Por otra parte, aquí entra en juego la Psicología Profunda, puesto que es ésta la que artesanalmente viene realizando esta tarea de identificación de patrones de pensamientos colectivos, como lo pone de manifiesto la mayor parte de la obra de Carl G. Jung acerca de los arquetipos del Inconsciente Colectivo. Desde la perspectiva de la Psicología Junguiana, podríamos realizar algunas interpretaciones de los símbolos del texto apocalíptico:
* La bestia: el Materialismo dialéctico es una corriente filosófica que ha tenido un gran impacto en el pensamiento contemporáneo. Surgiendo como una contraposición al idealismo, el materialismo dialéctico postula que la realidad material es la base fundamental de todo lo existente, y que los procesos dialécticos son los que rigen el desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Esta concepción filosófica ha sido desarrollada y aplicada en diversos campos del conocimiento, desde la economía hasta la ciencia, y ha generado discusiones y debates en torno a su validez y relevancia en el mundo actual. Su influencia se extiende a través de numerosas corrientes de pensamiento, y su estudio continua siendo un tema de interés para filósofos, científicos sociales y pensadores de distintas disciplinas.
* El dragón: Vacío existencial = el infierno. El concepto del dragón como metáfora del vacío existencial ha sido utilizado a lo largo de la historia en diversas culturas para representar el abismo emocional en el que puede caer el ser humano. Esta sensación de ausencia de significado y propósito vital puede generar una experiencia análoga al sufrimiento descrito en muchas tradiciones como el infierno, un estado de profunda desolación y angustia. A través de la literatura, el arte y la filosofía, el símbolo del dragón como representación del vacío existencial nos invita a reflexionar sobre la condición humana y las formas en que podemos enfrentar esta realidad.
* El Cordero sacrificado: la búsqueda de Sentido sometida por el materialismo y el consumismo (Frankl, Jung). En la obra de Viktor Frankl y las teorías de Carl Jung se explora la idea de cómo la sociedad moderna ha visto comprometida su búsqueda de significado a través del enfoque excesivo en el materialismo y el consumismo. Ambos autores analizan cómo la obsesión por la posesión de bienes materiales y la búsqueda constante de la satisfacción a través del consumo llevan a un vacío existencial. Esta dinámica, según Frankl y Jung, afecta de manera significativa la capacidad de las personas para encontrar un propósito auténtico en sus vidas, lo que resulta en una profunda desconexión con uno mismo y con los demás.
Referencias
Lipovetsky, G. (1983). La Era del Vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo.
Jung, C. (1964). El hombre y sus símbolos.
Frankl, V. (1946). El hombre en busca de sentido.