Dejados Atrás: La Búsqueda del Propósito en un Mundo Funcional

En la vida humana existen dos conceptos del tiempo: Cronos y Kairós, dos dimensiones del ser que, como los dos cerebros en nuestro cráneo, coexisten pero operan en diferentes niveles. Cronos es el tiempo cronológico, el que nos mide y nos marca el paso de los días. Kairós, por otro lado, es el momento oportuno, el tiempo lleno de significado. Al igual que estos dos tiempos, existen dos significados de la vida, pero solo uno puede otorgarnos propósito verdadero. En este mundo vibrante, mientras unos pocos se abren paso hacia el sentido profundo de su existencia, otros quedan atrás, atrapados en la rutina que impone el sistema.

Desde los inicios de la humanidad, el trabajo ha sido una constante. En el jardín del Edén, el hombre fue colocado para «labrar y cultivar», un trabajo que estaba en sintonía con la naturaleza y con las capacidades humanas. No existían empleos ni roles sociales como los entendemos hoy. El trabajo estaba vinculado a las habilidades y fortalezas naturales del ser humano. Sin embargo, con el tiempo, el trabajo comenzó a transformarse. Ya no se trataba de una actividad orientada a la realización personal, sino de un empleo que cumple con funciones sociales y está regulado por instituciones. En este nuevo paradigma, el trabajo se distanció de las pasiones y los talentos humanos y se convirtió en una mera actividad funcional.

¿Qué ocurre cuando el trabajo se convierte en una herramienta para ganar dinero, mucho dinero, pero sin propósito?

La promesa del dinero es que traerá felicidad, bienestar y un buen estilo de vida. Pero la realidad es que esta promesa carece de sentido profundo. La vida centrada exclusivamente en lo cuantificable, en lo funcional, nos deja vacíos. La felicidad no se encuentra en la acumulación de bienes, sino en la conexión con nuestras fortalezas y el significado inherente a nuestras acciones.

Es fácil perderse en la rutina diaria, sometidos al reloj de Cronos, como todos lo estamos. Pero en ocasiones necesitamos alejarnos de la funcionalidad del día a día y dar espacio a Kairós. Unas horas en la montaña, un par de momentos de tranquilidad en un café o en un bar, pueden ser suficientes para reconectarnos con lo que somos realmente. Esos momentos fuera del orden funcional son necesarios para encontrar la esencia de nuestra existencia y experimentar la plenitud.

El verdadero significado y propósito de la vida se encuentran en nuestras fortalezas, en aquello que nos conecta con nuestra naturaleza más profunda. Sin embargo, aquellas vidas centradas únicamente en el dinero y en la cuantificación de la existencia corren el riesgo de quedar atrás, atrapadas en la trampa de un sistema que olvida el valor del ser en favor del tener.

Al final, sólo aquellos que logran reconciliar el tiempo funcional con el tiempo de la esencia, aquellos que siguen sus talentos y su propósito, son los que realmente avanzan. Los demás, tristemente, quedan atrás.

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