
Casualmente estaba en un bar tomando café cuando veo esta escena y pronuncio casi automáticamente: «Ésta chica no llora por la derrota, llora por la impotencia.» Luego me sorprendo a mí mismo: «¡Ése no es una mujer!» Más tarde en la noche, pude corroborar que me intuición instantánea, o instintiva, era acertada.
El fracaso del feminismo
Durante aproximadamente 300 años Creta fue una civilización pacífica y matriarcal. Hasta que llegó un pueblo bárbaro y Creta pasó a ser historia. Estimada joven mujer, préstame atención: «No te vas a poder defender sola de este tipo de violencia.» No sé si es justo o injusto, ¡es así!
La joven boxeadora italiana quedó eliminada de los Juegos Olímpicos para los que había entrenado con muchísimo esfuerzo, llora de frustración arrodillada porque le había prometido la medalla a su papá, recientemente fallecido. ¿Puedes percibir algo de ese dolor? ¿Puedes ver, al menos desde el marco de la puerta, el infierno aquí en la tierra?
Ninguna ideología progresista, feminista o lo que sea, va a salvarte
Sólo un verdadero hombre puede protegerte de esta violencia que no se dirige solamente hacia el cuerpo, sino había tus deseos. ¡Lo sé, lo sé! Estás pensando en mí… ;) No, no soy yo ése hombre. El hombre del que te hablo era un judío nacido y educado en un contexto dónde la mujer sufría desprecio y descalificación absoluta. En ése contexto, las mujeres infieles eran asesinadas a piedrazos por los hombres. Sí sí, así cómo lo lees. El hombre del que te hablo se llama Jesucristo y se puso delante de una mujer adúltera evitando ése trágico destino. Hoy cualquier estúpido puede elaborar un discurso en defensa de la mujer, pero en aquel momento sólo alguien que realmente comprendiera el corazón de una mujer podía hacer tal acto en contra de su contexto. Lo que te comparto no es una idea mía, la tomé de una de las más importantes referentes del feminismo contemporáneo que es Ryan Eisler, en un libro titulado El cáliz y la espada.
Un antiguo encuentro entre el autoritarismo, una mujer y un hombre
Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
(Puedes encontrar esta cita en el Evangelio de Juan 7:53-8:11)
Conclusión: la mujer y Ánima
Desde la perspectiva de la Psicología Junguiana, la mujer es la mujer pero también el Ánima que habita en el inconsciente de todo hombre (donde se resguarda su sensibilidad, creatividad, intuición y muchas otras cualidades preponderantes en lo femenino); por este motivo es tan importante para los hombres proteger a la mujer-ánima cuando aquellos que supuestamente buscan su inclusión e igualdad conducen a estos brutales actos de violencia como el sucedido en las Olimpíadas 2024.
La conclusión es simple: los hombres podremos (futuro) defender a la mujer sólo si somos (presente) verdaderamente hombres.
¡Muy buen artículo! Un abrazo.